III

16 2 0
                                    


Ha pasado un tiempo ya desde que inicie mis sesiones con la psicóloga.

Aprendí mucho, racionalmente hablando. Por qué sentimentalmente todo sigue siendo una mierda, debo confesar que no he borrado tu número telefónico a pesar de que me lo ha sugerido mi terapeuta, pero, honestamente no tengo el valor para hacerlo, sé que tú tampoco has borrado mi contacto. Algo en mi interior lo sabe.

De vez en vez subo estados para que los veas y me aseguro de que lo hagas, algunos con una canción de fondo que te dedique o me dedicaste, realmente no sé con qué fin, quizá estúpidamente con el único objetivo de que un día mi teléfono suene con un texto o incluso una llamada tuya diciendo que aún me amas, que me extrañas y que debemos intentarlo, tal vez espero que te aferres a mi tanto como yo lo estoy de ti.

Aunque francamente, creo que lo que espero es que vengas una vez más a romperme, destrozarme a tal grado que no quede nada rescatable. De esa manera jamás volvería a sentir nada por nadie y, quizá de esta forma pueda al fin soltarte.

Mas no puedo o no quiero soltarte, no aún. Siempre me he considerado un poco masoquista y, definitivamente no te soltare hasta que el daño que causes en mi realmente me lastime hasta hacerme sangrar.

Te miro en redes sociales, veo como sigues el curso de tu vida y me pregunto si, ¿al final del día llegas cansado a tu departamento buscando mi voz?, intentando encontrarme en el sofá o en la ducha, si, ¿al prepararte un café la mente te traiciona y a tus fosas nasales llega el aroma de mi perfume?, si, ¿escuchas el timbre de mi voz diciendo que te amo?

Me pregunto ¿te aferras a algún almohadón esperando encontrar mis brazos?

Recuerdo las veces en nuestra cama (ahora solo tuya) antes de dormir, en donde me pedías hacer caricias a tu espalda para relajarte y poder conciliar el sueño. Esas ocasiones en las que solo por jugar me alejaba de ti, mientras tú me seguías con un mohín que, ciertamente me parecía adorable, para abrazarme con todo tu cuerpo; recuerdo decirte "hey niño, deja de seguirme no me abraces" mientras sonreía y tu solo decías "hey, no te alejes, si soy un niño necesito que me abraces para dormir, así que no huyas de mí, porque voy a seguirte hasta que no tengas más opción que abrazarme". Y que irónico ¿no?, siempre pensé que, si algún día me alejaba un poco de tu vida, me seguirías y estarías a mi lado, más creo que no fue así.

Dime, ahora que no estoy a tu lado y tome valor para no contestar ese último mensaje ¿te hago falta?

Cuando yo regreso a casa suspiro y confieso, me haces falta muchas veces.

Aunque, últimamente esa sensación de extrañarte y de sentir que me haces falta falla y es reemplazada por un constante odio.

Siempre y a pesar de mi carácter he considerado que el odio es lo más insano, sin embargo, contigo es un sentimiento que fluye con tanta naturalidad como el amor que te tengo, es una extraña mezcla de sentimientos.

Cuando los recuerdos de tu gran amor me embriagan, llega este rencor, me invade y pone una mancha negra a los bellos momentos y los termino detestando, es como si eso ayudara a borrarlos, a que mi mente diga, basta, y no quiera recordarlos más, porque sé que dolerán. Así se van e limando, o llenando de odio.

Aún cualquiera de las dos es una buena opción.

No sé si la cura para mi corazón roto sea odiarte. Pero, es lo único que mi ser a encontrado como cura a todo mi mal.

Y esta vez me sigo preguntando...

¿Qué hay después de ti?







Continuará...
Yue 🌙

DESPUES DE TI.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora