006

146 22 5
                                    

        De vez en cuando, Simon intentaba hacer que Betty tomara la palabra un poco más, a veces le incomodaba ser el único en la mesa que tomaba las riendas de la platica. Eso fue conforme pasaron un par de días.

Claro que Betty preguntaba y él, gustoso, respondía sin dudar.

Pero aquella curiosidad por ella lo carcomía cada vez más. Las cosas que hasta ahora sabía de Betty ya no le eran suficientes.

Al principio, Simon lo dudaba... Tenía algo en mente que quería saber y, cada que pensaba en ello, un pequeño mar de nervios y algo de miedo se apoderaba de él.

Ah... ¿Cómo podía explicarlo?

Él quería saber si acaso Betty tenía algo que ver con alguna otra persona... 

No por celos, o al parecido, pero quería estar al tanto ello.

¿Acaso se vería muy apresurado si decidía preguntarlo ahora? ¿Sería el momento adecuado para hacerlo...? O mejor aún... ¿Estaría bien hacerlo si quiera?

—Yo... Quería preguntarte algo... Verás...

Simon juró el querer detenerse, pues sintió un vago sentimiento de pánico que no supo describir, pero, cuando menos lo supo, sus labios yacían moviéndose casi por cuenta propia.

Claro que era una excusa.

Betty en un inicio no supo que hacer, Simon solamente murmuraba y tartamudeaba, al principio parecía hacerlo sin sentido, a penas y lograba aclarar una que otra palabra que no le daba tanta vergüenza.  

"Es realmente lindo." Pensó ella.

—Alguien... No sé... Tú... Acaso...

Simon quiso desaparecer cuando escucho una sutil risa de Betty que se hizo cada vez más alta, pensando que se burlaba de él, un bello rojo subió hasta sus mejillas, bajó su mirada un momento al mismo tiempo que tensaba su mano.

Ah... Se sentía muy mal de repente.

—Lo siendo... Todo está bien, tranquilo.— Ella, por sorpresa tomó su mano sobre la mesa con cariño.—. Es que fuiste demasiado adorable.— Continúo ella de manera más calmada ahora.—. Sé a que te refieres...

Simon se esperaba una mala respuesta, pero ver su mano siendo tomada por Betty fue algo que jamás se espero... Pero fue algo que casi hizo estallar su corazón... Y más aún cuando ella volvió a hablar;

—Y no... No estoy con nadie.

Las 100 Cartas Que Jamás Te Entregué (Simon Petrikov)Where stories live. Discover now