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Después de una semana finalizada la hazaña de incursionar en el mundo de Haechan, un detalle minúsculo no salía de la cabeza de Donghyuck. ¿Y RenJun? ¿Qué estaría haciendo su encantador crush malhumorado?.

El suspiro del castaño alcanzó para barrer la pena de no estar siendo su gemelo en este instante. Desde una preparatoria pública, cercana a casa, y poco elegante como la de su becado hermano prodigio, compartía salón con Jeno, que se ausentó para ir al baño en medio del desayuno.

—Hyuck, Hyuck, Hyuck.—Llamó una y otra vez el canadiense de cabello azul oscuro como el mismísimo mar, parado en la entrada del salón.

—¡Qué quieres, Canadá! Interrumpes mi hermosa conexión telepática con el amor de mi vida.—Se quejo, levantándose de su silla y lanzándole una bola de papel arrugada directo en la nariz. Hyuck era un excelente tirador.

El mayor le miró feo, recogiendo la bola y echándola a la basura.

—Déjate de escuchar a Kali Uchis y préstame atención. ¡Nos falta uno en fútbol, te necesito! Vamos, vamos... Hay que darle revancha a los bobos del B, voy a recuperar mi dinero.—Portaba tanta seguridad en lo que decía, que Hyuck fue convencido en menos tiempo del pensado.

Jeno pasó por al lado del peliazul, para entrar y regresar a su puesto. Los ojos de Mark tomaron un desvío de camino, siguiendo al mayor de los Lee, con corazones en las pupilas.

—Q-Quizás no pueda recuperar ese dinero, debería ir a que Jeno-Ah me consuele, ¿No crees? Si, yo creo~.—Cuando estaba por irse tras el chico, el gemelo lo tomó del cuello de la camisa, haciéndolo retroceder como si fuera un zombie, sin ningún tipo de control sobre su cuerpo.

El azabache ni volteó.

—Piérdete, Mark.

—Olvídalo, Mark. Es una piedra, y tú quedaste de décimo en el concurso de escultores en secundaria. ¿No ves que es bien repelente el muchacho?—Confirmó una vez más el moreno, negando dramáticamente.—¿Por qué tanto empeño en que te mande a pasear? Andando, hay que meterle un balonazo en el orgullo a esos engreídos.

(...)

Haechan terminó aceptando el regalo que milagrosamente Jaemin no botó, porque no tenía valor para echar su trabajo por un bajante.

Al principio el de mechones oscuros se asustó por la posible reacción del castaño, cuando comiera los chocolates. Para su sorpresa, eso no pasó... El más bajo se los comió rápidamente sin hacer una sola mueca. Eso dejó impresionado a Nana, pero liberó una sensación de satisfacción al ver que todo su amor puesto en ello, había causado un efecto diferente pero no menos especial.

Pasaron cinco días desde que eso sucedió, y en el presente iban al comedor, mientras Hae buscaba en su saco el dinero para la merienda. En vista de que no lo encontró, se disculpó con el menor, y se devolvió a su salón dejándole la tarea de hacer la fila para comprar. No era su plan tardarse.

Tomó lo que necesitaba de su cartera, y volvió al pasillo, cuando oyó su nombre en la entrada contraria.

Un rubio le buscaba dentro. Salió después de oír que el moreno también lo hizo, y fue ahí cuando los dos hicieron contacto visual. El mayor parecía molesto, y Haechan era tan indiferente. No lo conocía, por qué iba a prestarle mera atención.

—¡Hey, tú!, ¿Se puede saber por qué no te he visto en el gimnasio en toda la semana pasada?—Para empezar, el tono de molestia estaba fuera de lugar, viniendo de ese gnomo gruñón.

Así se veía, mientras que Haechan seguía sin comprender. Odiaba a las personas gritonas, histéricas y con mal genio... ¿Por qué él daba la idea de ser todo eso multiplicado por diez?

Love²/ NaHyuck- RenHyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora