CAPÍTULO III. LA PROLONGADA SOMBRA DE TUS PADRES.

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La sangre se escurría del trapo dejando efímeros rastros de un rosa desvaído en la corriente del riachuelo.

—No vamos a tener suficientes paños como continúe así —gruñó Torben, quizá un poco más alto de lo que hubiera querido —, ¿a dónde ha ido esa condenada chiquilla?

Es la tercera vez que me lo preguntas, cálmate. —Le contestó Jasón mientras atendía a la interminable hemorragia nasal de Kaj. El chico no decía nada ni se quejaba, pero debía de estar sintiendo un dolor terrible y punzante en el pecho.

"Y no consigo que pare el derrame. Casi parece que sufra de la enfermedad de la realeza", meneó la cabeza dialogando consigo mismo.

Kaj tosió e intentó un amago de risa al darse cuenta de ello.

—Ten cuidado, trampero —susurró con voz ronca —, o acabarás cogiendo moscas.

—No hables, que es peor. —Le reprendió Jasón, aunque terminó por sonreír.

"Ya me gustaría a mí poder tomar las cosas con semejante talante".

Una mano se apoyó en su hombro, sacándole de sus pensamientos.

—Ya regresa. Y viene con alguien. —avisó Torben.

—Tal y como dijo que haría. —afirmó Jasón.

En los pocos minutos que habían permanecido juntos, la pequeña jovencita le había impresionado casi tanto como el apalizado Kaj. Era baja para ser de su misma edad, pero su carácter era determinante y resolutivo.

"No cabría esperar otra cosa de la hija del alcalde", pensó.

"Bueno, por otra parte su hermano y primogénito de la familia es un lerdo homicida", resonó sarcástica la voz de su abuelo en su cráneo.

Jasón frunció el ceño queriendo alejar esa idea, mientras observaba aproximarse a Lizeth y a una anciana con los cabellos cenicientos pulcramente peinados y recogidos en una trenza que le llegaba hasta casi la mitad de la espalda.

—Puñetas, se ha traído a su abuela, la bruja. —dijo Torben por lo bajo, ganándose un discreto golpe de advertencia en la pierna por parte de Jasón.

—Calla. Eres más sensato que eso. —Le exhortó mientras se levantaba para saludar a las recién llegadas.

Kaj los observaba interactuar en silencio, pero sin perder detalle.

"Es un líder. Y no creo que lo sepa. No se puede negar que la sangre del este corre con fuerza por sus venas. Y está aquí tan fuera de lugar como yo. Hasta su nombre es exótico por estos lares, dicen que impuesto por su abuelo. ¿Sabrá que su familia aún es la comidilla del pueblo, que apenas si les tienen un poco más de aprecio que a mí? , se preguntó mientras lo escuchaba hablar con la anciana, entregando un informe preciso, corto y rápido, como el de un soldado de avanzadilla.

La mujer se inclinó sobre él, contemplándole con unos enormes ojos violáceos.

"Tienen un ribete dorado", advirtió maravillado, consciente de repente del aroma a limón y miel que aquellas manos, arrugadas pero suaves, desprendían mientras le examinaban con la minuciosidad que da la práctica.

—Señora —dijo sin poder evitarlo —, tuvo que ser en verdad hermosa. Aún lo es.

—¡Pero bueno! —Le sacudió una patada Torben en un tobillo —¿no tienes modales o vergüenza o ...algo?

Jasón se había apartado de la escena, riendo sin poder evitarlo.

Lizeth estaba roja hasta la raíz de los cabellos, con los mofletes henchidos con una réplica que no llegó a expresar.

Un Oscuro SilencioOnde as histórias ganham vida. Descobre agora