siete

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Shinichiro cargó en brazos a Kaida cuando ella entró corriendo a la casa de los Sano sin siquiera saludar a Manjiro, siendo que él la había invitado a pasar el día

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Shinichiro cargó en brazos a Kaida cuando ella entró corriendo a la casa de los Sano sin siquiera saludar a Manjiro, siendo que él la había invitado a pasar el día. El rubio miraba ofendido como su mejor amiga reía más con su hermano mayor que con él. Así que, para molestarla, tiró su mochila a un charco de barro cercano.

—¡Manjiro, oye! —gritó Kaida cuando se dio cuenta de lo que su amigo hizo. Se bajó de los brazos de Shinichiro y corrió a darle un zape en su cabeza—. ¡¿Eres tonto o te haces?!

—Eso te pasa por no prestarme atención. —se cruzó de brazos ofendido—. Si te invito a mi casa es para que estés conmigo, no con mi hermano.

—Ya, no peleen. —dijo el mayor, tomando la mochila de Kaida—. Manjiro, eso no se hace. —regañó a su hermano pequeño—. Te lavaré la mochila, Kai. —le regaló una sonrisa de ojos cerrados—. Y si la mancha no se quita, te regalaré una completamente nueva, ¿Si? —acarició las hebras negras de la fémina y sus mejillas se incendiaron de un momento a otro.

—Gracias, Shin.

Manjiro, una vez que su hermano los dejó a solas, se plantó delante de ella mirándola como el primer día que la conoció. Kaida ante eso hizo una mueca y lo empujó, ignorándolo completamente.

—¡Oye, no me ignores!

Pero la chica fingió no escucharlo. Entró a su casa con tranquilidad y vio a Shinichiro en la cocina lavando la mochila de Kaida con cara de concentración pura. Su flequillo ocultaba sus ojos.

—¿Y Manjiro? —Kaida se asustó al oírlo hablar.

—Se quedó en el patio. —comentó la pequeña, sentándose en una de las sillas de la mes para hacerle compañía—. Cuando se pone así es mejor ignorarlo.

—Tienes razón. —sonrió—. ¿Puedo pedirte un favor? —la miró por sobre su hombro.

—Claro.

—En la mesa hay una caja de cigarros, ¿Me pasas uno?

Kaida asintió y tomó una colilla para pasársela a Shinichiro, quien teniendo las manos un poco húmedas, lo encendió y le agradeció a la menor. A Kaida no le molestaba el olor a humo, pues su papá se la pasaba fumando dentro de su hogar, así que estaba acostumbrada. Encontraba que Shinichiro se veía bastante atractivo realizando esa acción.

—¡Aquí estás! —gritó Manjiro entrando a la cocina—. Ya deja de ignorarme, por favor. —se amurró y dejó caer su cabeza sobre el hombro de Kaida.

—Si me dejas de mirar como la primera vez que nos conocimos, quizás te ponga un poquito de atención.

—Te juro que lo hago sin querer. —hizo un puchero—. Lo que menos quiero es dañar a mis amigos.

—Tienes que ser un poco más suave y amable con las chicas, Manjiro. —le aconsejó Shinichiro, soltando un bufido—. Al parecer tendré que comprarte una nueva mochila, Kai. —secó sus manos con una toalla—. ¿Vamos al centro comercial hoy? —sonrió de lado, pasando una mano por su cabello para dejarlo más alborotado de lo que estaba.

—¡Sí! —se emocionó más Mikey que Kaida—. ¿Emma vendrá con nosotros?

—Ella ya salió con Ken.

—¡¿Qué?! —ambos menores gritaron—. ¿Qué hace ese pelado con mi amiga? —gruñó Kaida, provocando una risa del mayor.

—No lo sé —dijo Shinichiro cargando a Kaida en uno de sus brazos y tomando la mano de Mikey con el libre—, pero se la confié solo porque sé que Ken es buen chico y la cuidará incluso yo ya no esté en este mundo.

—No digas esas cosas, Shin. —lo miró con el entrecejo fruncido—. Todavía eres muy joven.

—¿Veintidós años se te hace joven, Kai? —él la llamaba así.

—Pues claro que sí.

—Bueno, yo solo espero que puedan crecer sanos y fuertes. —sonrió con suavidad—. Ese es mi deseo para mis hermanos y sus amigos. Sé que serás una gran mujer en un futuro, así que cuida de ti y tus cercanos, ¿Lo prometes, Kai?

—Claro que lo prometo, Shin.

—¿Pueden no dejarme fuera de la conversación? —preguntó Manjiro celoso de que su hermanito le estuviese prestando más atención a su amiga que a él.

Shinichiro y Kaida rieron cómplices, molestando aún más a Mikey. Llegaron al centro comercial en donde Kaida escogió su mochila: una completamente negra con un dragón blanco en la esquina. Según ella le recordaba a Black Dragons, por ese motivo decidió tenerla. Mikey también alegó en que necesitaba una mochila nueva, así que su hermano igual le compró una sabiendo que no la necesitaba, pero era para darle en el gusto.

Ahora los tres estaban sentados en una banquita de un parque cercano comiendo un helado. Kaida estaba que se caía del sueño, ya que minutos antes Manjiro había insistido a ir a los juegos del McDonald's y el gasto de energía fue grande para ambos niños.

—Iré al baño. —dijo Manjiro.

—Ten cuidado.

Kaida miró el horizonte con aires tristes. Shinichiro se dio cuenta de eso y se puso en cuclillas delante de ella.

—¿Todo bien, pequeña?

Kaida hizo un puchero y negó, limpiando las lágrimas que estuvieron a punto de caer.

—Puedes decirme, sabes que siempre soy todo oídos para ti. —le sonrió un poco para entrar en confianza.

—Es solo que... no quiero que mueras nunca, Shin. —sollozó—. Eres mi ejemplo a seguir y la figura paterna que siempre quise tener. —bajó la mirada a sus rodillas, viendo que las manos de Shinichiro se encontraban ahí para darle apoyo y confort—. He perdido tanto en esta vida que tengo miedo que las personas a mi alrededor desparezcan de mi lado siempre.

—Hey. —se sentó nuevamente a su lado para abrazarla, Kaida se aferró como un koala a su cuerpo mientras lloraba sin poder detenerse—. Kaida, sé que es cruel, pero todos alguna vez vamos a morir, es el ciclo de la vida. —habló con suavidad y de forma que ella pudiera entender—. Solo asegúrate de recordar a tus fallecidos con cariño y jamás guardes rencor con la muerte, ¿Si?

—Sí. —confirmó con la voz gangosa.

Pasaron solo dos minutos para que Kaida se quedara completamente dormida. Manjiro llegó donde su hermano y él le hizo una señal de silencio. Mikey miró el rostro relajado de Kaida y sus mejillas rojas. De vez en cuando suspiraba de forma entrecortada y se aferraba más a Shinichiro, como si tuviera miedo de soltarlo.

—¿Estuvo llorando?

—Sí, anda un poco sensible. —se puso de pie y acomodó bien a Sugawara en sus brazos para que no cayera—. Por eso Manjiro, debes tratar con las chicas con más suavidad. Ellas no te darán golpes o reaccionarán de forma tan temperamental como nosotros. —le explicó, sin despegar la vista de enfrente—. Prométeme que cuidarás bien de Emma y Kaida más adelante, ¿Si? —lo miró con una sonrisa de ojos cerrados.

Mikey no tardó en asentir, pues admiraba tanto a su hermanito mayor que todo lo que dijera, lo cumplía y prometía sin siquiera dudarlo un segundo. Después de todo, Shinichiro había marcado muy fuerte en la vida de ambos niños.

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pretty boy || kazutora hanemiyaWhere stories live. Discover now