10 | No tiene que ser perfecto, tiene que ser auténtico

2.6K 407 375
                                    

Mica 🦋

—Sé que les había dicho que grabaría tal vez un par de canciones, pero creo que tengo material para un álbum de ocho canciones —nos dijo Luis—. ¿Eso estaría bien?

—Más que bien. —Le sonreí—. La idea es que tengas la libertad de crear con nosotros todo lo que desees.

—¿Por qué no nueve o redondearlo a diez? —preguntó Santi, obviando mis palabras emotivas. Parecía una orden disfrazada de pregunta, como si quisiera decir «esta idea es mejor que la tuya».

—Lo que quiero contar lo haré en ocho canciones, no necesito más —respondió Luis, seguro de sus palabras.

Me gustaba que no se dejara intimidar por Santi. Era tanta la confianza entre ambos que supuse que podían hablarse sin tapujos y con entera transparencia.

Luca nos miraba en silencio, echado en el sofá del pequeño estudio que habíamos armado. Tenía unas ojeras de mapache, se notaba que no había dormido nada la noche anterior: algo que teníamos en común.

Después de que Raúl nos descubriera a Matías y a mí, me costó convencerlo de que no le dijera nada a mi mamá. Al menos prometió que no lo haría, en especial porque le caía bien Matías. Sin embargo, al llegar a casa no pude pegar un ojo y solo me dio sueño cuando amaneció.

—Princesa del pop —me llamó Luca con voz agónica. Me giré hacia él—, ¿tienes frutas?

Santi frunció el ceño al escuchar su pregunta, porque pareciera que no hubiera prestado nada de atención a lo que nos había explicado Luis.

—Supongo. No reviso mucho la heladera, pero si necesitas algo puedes pedírselo a Romi o buscarlo tú mismo.

Luca se puso de pie y caminó hasta la puerta.

—Me haré un daiquirí virgen, de frutilla si hay. Sé que son las diez de la mañana, pero en mi defensa si es «virgen» no tendrá alcohol.

—Un batido, entonces.

—Un daiquirí virgen suena más elegante.

—Si tú lo dices. —Me encogí de hombros—. Y aunque quisieras empezar a beber a las diez de la mañana, no hubieras encontrado alcohol en esta casa. ¿Me preparas un batido a mí también?

—Un daiquirí virgen para ti también, anotado.

—Y para mí también —pidió Luis—. Por favor.

Luca asintió, sin preguntarle a Santi si le provocaba uno también. Cuando se retiró, Santi resopló y procedió a quejarse de él durante cinco minutos, como hacía todas las mañanas.

—Eres un exagerado —respondió Luis, alcanzando un bajo—. No parece tan malo, además, si tiene talento ¿cuál es el problema? No quiero recordarte cómo eras tú cuando te conocimos.

—Cómo todavía es —corregí.

—Mejor empecemos a trabajar, así cuando Luca regrese tendrá maneras de justificar su sueldo —refunfuñó Santi. Se giró hacia mí—. Como veníamos hablando de álbumes... ¿Has pensado en el tuyo?

Fruncí los labios y negué con la cabeza.

Mi próximo disco me generaba ansiedad, no solo por la expectativa que las personas estaban formándose, sino por lo que implicaba. Primero necesitaba ir a mi discográfica actual para notificarles que no renovaría contrato con ellos y lograr negociar mis ganancias por mis álbumes que ellos poseían; además, las únicas canciones que había escrito últimamente tenían que ver con Pacho y no sabía si estaba lista para que vieran la luz. Por no mencionar que sería el producto principal de la pequeña discográfica que estábamos emprendiendo Santi y yo, así que sumaba al peso sobre mis hombros.

Icónica [Indie Gentes #2.5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora