03 | Lo que tenemos en común

2.8K 472 530
                                    

Mica

Las últimas treinta y seis horas fueron tan movidas que al mediodía del viernes quise sacar a todos de mi casa para poder dormir.

Aún estábamos en la búsqueda de un sitio en capital donde pudiéramos armar un pequeño estudio y tal vez un par de oficinas, sin embargo, nada todavía se ajustaba al presupuesto que habíamos fijado. El resultado: la base de nuestras operaciones era mi casa.

—Ya tenemos cinco talentos —comentó Sara. Bajó la mirada a su libreta y se acomodó sus gigantescos lentes de pasta—. Luis y tú son los más conocidos, luego está Clara. Julián accedió a venir más tarde para que lo entrevisten y... —Leyó el último nombre— a Luz todavía tengo que contactarla.

Sara había sido la mejor adquisición del equipo. De haber sabido que era tan eficiente, la hubiera buscado antes que a Clara.

Menos de veinticuatro horas atrás le habíamos hecho la propuesta de trabajar con nosotros y, no solo aceptó de inmediato, sino que fue capaz de organizar todas nuestras ideas sobre los talentos que queríamos reclutar y llegó esa mañana con quince sugerencias. Había pasado toda la noche viendo material en YouTube de personas que subían videos cantando y debía admitir que todas sus propuestas fueron increíbles.

—Gracias, Sara. —Le sonreí y luego me giré hacia Santi, cuyos brazos tatuados estaban recostados del mesón de mi cocina mientras miraba su celular—. ¿A qué hora debes irte?

—En un par. Quería saltarme la reunión con Led pero al parecer es importante. Por lo menos estaré cuando lleguen Diego y el chico este... —Chasqueó los dedos intentando recordar el nombre—. Julio.

—Julián —corrigió Sara.

Como si hubiera invocado a nuestros invitados, el timbre sonó y Romina fue de inmediato a la puerta. Clara miró su reloj.

—Ese debe ser Diego —dijo—. Lo recibiremos en la sala, ¿no?

—Diego es familia. —Santi se encogió de hombros y sonrió—. No hay tema si hablamos con él acá en la cocina.

—En la sala —sugerí, aunque fue más una orden—. Sé que estamos en una casa y que le tienen mucha confianza al chico, pero tenemos que ver esto como una reunión de trabajo.

Todos asintieron y caminamos en dirección a mi sala. Muy poco después, dos personas llegaron al lugar. A Diego lo reconocí enseguida, sobre todo porque al segundo que vio a Santi, sonrió como si su mundo se hubiera iluminado. Fue algo recíproco. Ahora entendía por qué Pacho siempre estuvo celoso de su amistad.

Diego saludó con un abrazo cálido a Clara y por último se presentó conmigo y con Sara. Había algo tan dulce en su mirada que hasta me provocó abrazarlo.

—Es un placer poder estar aquí, conociéndote —me dijo en voz baja—. Soy un fan. Amo toda tu música, tu último álbum es una obra de arte.

—Contrólate un poco —le pidió Santi—. Esto no es un meet 'n greet ni te trajimos para que cumplieras el sueño de conocer a Icónica.

—¿Ah no? —preguntó el chico que había llegado con Diego con una mueca burlona—. ¿Acaso no veníamos por el concierto privado, o fue solo una mentira desesperada para traerme hasta acá?

Todos lo miramos un poco confundidos. Diego no había avisado que invitaría a alguien más, y el sujeto en cuestión era un poco excéntrico.

Vestía unos pantalones ajustados y oscuros de cuero, unas botas negras, una remera de franjas de colores y un chaleco azul que parecía no pegarle con nada. Lo más extraño era que su terrible combinación de ropa le quedaba bien. Su pelo marrón iba despeinado, llevaba barba corta aunque su bigote estaba definido. Sus orejas estaban cubiertas de aros y en sus brazos había dibujado diseños con marcador; a simple vista parecían tatuajes pero en definitiva no lo eran.

Icónica [Indie Gentes #2.5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora