09 | Mientras dure lo que tenemos

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Advertencia de contenido: En este capítulo se hace mención al uso de drogas y manipulación emocional. No estoy tratando de romantizar este tipo de vínculos ni el uso de drogas, solo exponer una relación entre dos personajes.


Mica🦋

7 meses antes

—Mica, esto es una exageración —dijo Pacho, perdiendo la mirada en la casa que había alquilado para ese fin de semana en Punta del Este.

—Es más cómodo que una habitación de hotel en la que debo estar escondida —respondí, dejando mi cartera en el sofá y caminando hacia la puerta corrediza para ir a la piscina—. Tuve que ocultarme detrás de las cortinas solo porque uno de tus amigos fue a pedirte algo.

—Beto se dio cuenta de que había alguien ahí, solo que no quiso ser imprudente. Él sabía que estabas escuchando.

—¿Y qué le dirás cuanto te pida una explicación? —curioseé.

Llevábamos algunas semanas saliendo.

Con «saliendo», me refería a que la mayoría de las veces él iba a mi casa, veíamos una película —por la mitad— y pasábamos la noche juntos. A veces yo iba a su departamento, pero era más complicado porque, para lograrlo, tenía que fugarme de mi chófer y guardaespaldas. En cambio, cuando Pacho iba a casa en las noches, no me hacían preguntas. Era evidente para qué iba a esas horas y por qué se devolvía en la madrugada.

Me quité mis sandalias, la ridícula peluca y los gigantescos lentes de sol. Fugarme a Punta del Este para verlo había sido una travesía. Él estaba visitando Uruguay con su banda y sus dos únicos días libres —que pudo aprovechar con sus amigos— decidió pasarlos conmigo.

—Le diré que no es asunto suyo —respondió.

Lo noté incómodo, recostado de la pared.

—¿Qué sucede?

—Nada.

Fingió una sonrisa y recorrió el jardín, bordeando la piscina y observando las casas alrededor, tal vez fijándose si no había curiosos que nos reconocieran.

—Tal vez no tenemos meses juntos —murmuré, acercándome a él—, pero eres pésimo mintiendo. ¿Qué pasa?

Suspiró, caminó hasta el borde de la piscina, se quitó los zapatos y se sentó con los pies dentro del agua. El sol hacía que su pelo rojo resaltara como lo más bonito de aquel amplio jardín, y sus pecas le dieron un toque tierno. Él podía creerse un casanova —y definitivamente tenía un interminable historial de mujeres—, pero ante mí no era más que un chico tierno, gracioso y dulce.

—Esto es demasiado, Mica —respondió, señalando el lugar—. Pensé que pasaríamos este par de días en mi hotel.

Fruncí el ceño.

—¿Querías que pasáramos dos días encerrados en una habitación de hotel? —Me senté a su lado—. Eres bueno en la cama, rojito, pero cuarenta y ocho horas haciéndolo es... demasiado, incluso para ti.

Finalmente, esbozó una pequeña sonrisa y me miró de soslayo.

—Nunca es demasiado, menos si es contigo.

—Salir de Buenos Aires te pone romanticón —señalé.

—A lo que me refería antes era que esto se sale un poco de mi presupuesto —admitió, avergonzado.

—No pensaba cobrarte nada. Alquilé la casa porque quería algo diferente, también son mis vacaciones, ¿recuerdas? Bueno, mi escapada porque nadie sabe que estoy acá. En fin... cuando regreses a tu hotel y a tus compromisos, me quedaré un día más o dos. Así que no te sientas culpable.

Icónica [Indie Gentes #2.5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora