Despedidas y bienvenidas

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Lo primero que Merlín vio al despertar al día siguiente es que se encontraba en la habitación en la que había estado el primer día allí. Se sentía algo desorientado y tenía la sensación de estar olvidando algo importante. Cómo si no debiera estar allí. Al mirar a su alrededor vio que a su lado estaba una armadura con un broche verde. Gwaine. Solo que había algo que no encajaba. Tardó un par de minutos en aclarar lo suficiente la mente y entonces se levantó sobresaltado. Gwaine. Una armadura. No podía ser. La maldición tenía que haberse roto y él tenía que estar muerto. Se acercó a la armadura asustado.


      - Gwaine, Gwaine.


No obtuvo ninguna respuesta y fue corriendo hacia la puerta para abrirla. Y al otro lado se encontró a un chico joven de pelo largo y ondulado y con barba que se estaba riendo. Merlín reconoció esa risa enseguida.


      - Eres un idiota Gwaine. -dijo aún asustado.- Pensé que habíais muerto y había fracasado.


Se abrazó a él sin que el caballero se lo esperara y le correspondió al abrazo para tranquilizarle.


      - Lo siento. Solo era una broma. Creí que te darías cuenta de ello al ver donde estabas. No podías haberte teletransportado mágicamente.

      - Te dije que no lo hicieras. -le regañó alguien a su lado que Merlin reconoció como Lancelot.


Merlín se separó de Gwaine cuando estuvo un poco más tranquilo y miró a su alrededor. Allí se encontraban los caballeros de Arturo. Todos de carne y hueso. Se fueron presentando uno a uno de nuevo y Merlín por fin pudo asociar la voz que ya conocía con un rostro. También vio a los sirvientes y cocineros. Todos estaban bien. Había conseguido romper la maldición. Y aún así notó que el ambiente en el castillo no era ni la mitad de fiestero de lo que debería. No había banquetes. No había baile. No había celebración. Y lo peor de todo es que él seguía vivo cuando no debería estarlo y por más que recorría las estancias del castillo faltaba alguien.


      - ¿Dónde está Arturo?


Gwaine se giró hacia él en cuanto oyó la pregunta. Parecía serio. Merlín nunca pensó que podría ver a Gwaine tan serio y sin ganas de bromear.


      - Merlín, Arturo...

      - Está en su habitación. -le interrumpió Percival


Gwaine miró a Percival de una manera indescifrable y se estuvieron mirando casi por un minuto hasta que Gwaine suspiró. Merlín decidió ignorar aquello por el momento y se alejó de allí dispuesto a ir a ver a Arturo pero León se interpuso en su camino.


      - No puedes ir. Arturo no quiere verte.

      - ¿Qué? -preguntó Merlín esperando que fuera una broma pero no parecía serlo.- Acabo de salvaros la vida. De romper la maldición. ¿Qué más debo hacer para demostrar que no tengo ninguna mala intención? -trató de pasar de nuevo pero León se lo impidió.

      - Arturo te está muy agradecido por lo que hiciste pero eso no cambia nada en absoluto.

      - Apártate. Si quiere decírmelo que me lo diga en la cara.

The sourcerer and the beastWhere stories live. Discover now