La última esperanza

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La magia envolvió a todo el castillo haciendo que todos sus habitantes recuperaran su forma humana de nuevo. Pero no tuvieron tiempo a alegrarse por ello porque Arturo recuperó su forma humana justo a tiempo de coger en brazos a un inconsciente Merlín. Notó con alivio que aún respiraba pero lo hacía con dificultad y no creía que aguantara mucho así. Lo cogió con delicadeza y lo llevó al interior para ponerlo sobre una cama.


      - ¿Qué ha sucedido? ¿Por qué está así? -preguntó Arturo

      - Morgana incendió el rosal para que no le diera tiempo a deshacer la maldición. -explicó Lancelot.- Pero aún quedaba una rosa. La que le había salvado la vida. Podía salvarnos a todos pero el veneno dejaría de estar neutralizado y lo mataría a él.

      - Es un idiota. Le dije que se fuera y nos dejara.

      - Te sacrificaste a ti y a los habitantes de este castillo para protegerle. -dijo Gwaine.- Él también te quiere. Volvió al castillo para protegernos. No iba a dejarte morir si podía evitarlo.

      - Entonces devolvámosle el favor. Id a por agua fría y paños limpios. Le está subiendo la temperatura. Lancelot, tu ayúdame aquí.


Todos los caballeros y sirvientes que estaban allí se fueron. Empezaron a preparar cosas para ayudar. Comida, medicinas, agua, telas limpias. Lancelot y Arturo se quedaron junto a Merlín. Le taparon y se aseguraron de que estuviera cómodo. Arturo le acarició la mejilla con suavidad. Merlín parecía estar sufriendo mucho.


      - No puedo perderle, Lancelot. Se que si hay una manera de salvarlo tú eres el único que puede saberla. ¿Dónde puedo encontrar una rosa negra para hacer un antídoto de nuevo?

      - Es algo muy difícil de encontrar. Solo se encuentra en el centro de un rosal hecho con magia. Es algo muy específico. Ni siquiera sé si existen más o donde se pueden encontrar. Y aunque lo encontráramos no creo que estuviera cerca y no llegaríamos a tiempo.

      - ¿Entonces qué quieres que haga? ¿Qué me siente y le vea morir?

      - Lo siento. -dijo Lancelot pero Arturo se percató de que no lo estaba contando todo. De que se estaba guardando información.

      - Falta algo. Hay algo que no me estás contando.

      - Puede que haya una manera de ayudarle. Pero es muy probable que no sirva de nada y que te ponga en un peligro mortal para nada.

      - Eso no importa. Necesito saberlo. Por favor.

      - Supongo que ha llegado el momento de contarte la verdad acerca de la muerte de tu madre.

      - ¿Mi madre? ¿Qué tiene que ver eso con salvar a Merlín?


Pero Lancelot no pudo responder porque en ese momento la habitación se llenó de gente y Lancelot aprovechó para retirarse. Arturo cogió el agua fría y el paño y humedeció la frente de Merlín. Este pareció calmarse un poco al sentir el frescor. Arturo le acarició la mejilla con suavidad.


      - Te salvaré. Lo juro.


Se retiró de la sala dejando que los sirvientes y el resto de caballeros cuidaran de Merlín. Algún sirviente trató de ayudarle a él con su herida o de darle algo de comer pero no se dejó. No tenía tiempo para preocuparse por él. Merlín se enfadaría bastante si supiera que no se estaba dejando curar. Sonrió un poco imaginándolo pero su buen humor desapareció tan rápido como había aparecido y se fue a buscar a Lancelot. Lo encontró fuera esperándole.

The sourcerer and the beastOnde histórias criam vida. Descubra agora