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El tiempo pasó volando. Pero la chica apenas y lo notó pues se mantenía ocupada pintado, día y noche. Sus dedos estaban marcados por numerosos cayos gracias a los pinceles que sostenía con fuerza por horas.
¿La razón? Debía terminar algunas obras que le habían sido encargadas.
Había pasado ya un buen tiempo desde que aquel hombre había comprado su pintura. A partir de ese momento, se corrió la voz de que cierta joven poseía un bello don, capaz de transmitir sentimientos a un lienzo usando pintura y pinceles. Gracias a eso, numerosas personas han tocado a su puerta, pidiendo que les pinte algo que las haga sentir a gusto o que simplemente las retraten. Al principio, TN se negó pues no quería verse presionada o comprometida pero luego de pensarlo, aceptó pues el dinero de la herencia se estaba agotando y decidió que podría cobrar por hacer algo que le gusta.
Conforme pasaba el tiempo, los pedidos se acumulaban y eso le era desgastante. Pero de alguna forma agradecía esto pues su mente se mantenía despejada y ocupada pensando en los futuros cuadros y no en su dilema por quien apoyar en esta guerra de hace años.
Mezcló azul y morado para obtener el tono perfecto que le daría el último toque a la pintura: Un paisaje nocturno, que de fondo mostraba montañas por debajo de una hermosa constelación.
Se alejó un par de pasos para ver su obra. Sintió satisfacción al verla, era simplemente perfecta.
Ahora solo tenía que hacer dos pinturas más para esa semana y terminaba por fin.
Estiró sus dedos, buscando relajarlos, pero en cambio solo obtuvo un dolor en ellos. Sonrió pues era un dolor que le gustaba sentir, esas ampollas en sus dedos solo eran el resultado de su magnífico esfuerzo.
Tomó la copa semi vacía de vino y la llevó a sus labios, bebiendo lo último del líquido.
Si no fuera por su dichoso problema, me atrevería a decir que es una vida que todo mundo envidiaría.
Unos pocos segundos después escuchó la voz de su amado llamarla. Peor en lugar de ir a atender su llamado, tomó un lienzo en blanco para empezar otro pedido pendiente.
Esta vez, se trataba de un retrato de una mujer de hebras grisáceas, mirada estoica y expresión neutra; se guiaría de una fotografía que le habían dado.
Empezó tomando el grafito para trazar el rostro de la mujer, partiendo de un círculo y de ahí, marcando las proporciones de sus facciones.
-¿TN?
Pero ella seguía concentrada, no se molestó en contestarle. En cambio, siguió trazando.
-Oi, TN...-entro un confundido Porco al ático- ¿Qué haces?
