Capítulo 13; Ámbar de Diosa.

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'Narradora'

Elizabeth, (Nombre) y Hawk habían dejado a Meliodas y a Ban en el suelo para descansar de la maratón que habían hecho para escapar.

La mirada de la peli-plata se dirigió al rubio con preocupación, y luego a la albina, la cual tenía la vista en el suelo.

— Todo es mi culpa, señorita (Nombre).... — susurró, apretando los puños con frustración.

Si fuera más fuerte, si fuera más lista, podría haber ayudado a su reino sin involucrar a sus amigos para que terminen heridos de esta forma.

— No digas eso, Ellie. Meliodas y Ban se recuperarán — aseguró su contraria, acariciando su cabeza.

Ambas miraron al rubio, y la princesa se arrodilló cerca de él, pidiéndole a cualquier ente que esté allá arriba que lo cuidase de todo mal.

La albina apretó los puños con enojo. Se había prometido protegerlo ante todo, pero se dejó convencer por unas simples palabras.

Odiaba caer tan fácilmente ante él.

Si no podía protegerlo de unos Caballeros, ¿qué esperanza le quedaba para protegerlo de Lucifer? Estaba asustada al pensar en ese momento que sabía que llegaría.

Pero, no podía pedirle ayuda a su Padre, sabía que así no funcionaba y probablemente no la escucharía.

— ¡Mi cuerpo vuelve a su tamaño normal! — La voz de Ellie la trajó a la realidad. Y era cierto, la chica creció a su estado normal quedando desnuda.

— ¡Ay, Ellie! No tengo nada con que... — Las palabras quedaron en el aire cuando apareció Verónica, la hermana de Elizabeth. La cual, al verlas le dio su chaqueta que la cubrió lo suficiente.

Pero la tranquilidad no duró mucho. Las hermanas comenzaron a discutir sobre lo preocupada que había estado la peli-rosa y que era muy peligroso para Elizabeth estar junto a los Pecados Capitales, (Nombre) se incomodó demasiado. ¿Por qué pelear frente a otras personas? Se sentía fuera de lugar y Hawk estaba preparándose para defender a Ellie en todo caso. Sin más remedio, decidió curar las heridas de los chicos para no seguir metida en esa situación.

Sin embargo las palabras de la recién llegada llamaron su atención.

— ¡Y Meliodas es el peor de todos! ¡En su interior hay un monstruo que le trae destrucción a todos!

Sin pensarlo dos veces, se levantó con la mirada seria, y se paro justo al lado de la oji-azul.

Si hay algo que no le gustaba, era que hablaran mal de personas que no conocen, y mucho menos si esa persona era su amado.

— Cuida tus palabras, princesa — Las hermanas se sorprendieron ante la advertencia tan fría de la chica.

Verónica sintió que su cuerpo se tensaba al escuchar su voz de esa manera tan indiferente. Podía sentir con sólo mirarla un poder guardado dentro muy poderoso, lo que le hizo saber que aquella chica podría matarla con un simple movimiento.

— No tiene caso discutir — Se acercó a su hermana.—. ¡Nos vamos al castillo! — Griamore extendió su espada hasta rozar con el cuello de la albina para que no interfiriera.

Elizabeth se resistía a irse.

— Si te metes con la princesa Verónica, no tendré otra alternativa que matarte — Las palabras del peli-negro para ella fue un chiste, una simple espada no podía matarla aún si esta le daba veinte puñaladas, lo peor sería quedarse dormida por días mientras su energía espiritual sanaba sus heridas.

Sólo las cuchillas de sus alas, o del mismo material podrían matarla.

En un veloz movimiento que ninguno de los presentes pudo prevenir, tomó a Elizabeth y a Hawk y los dejó cerca de Meliodas y Ban, posicionándose delante de ellos lista para pelear.

Mi Ángel | Meliodas Where stories live. Discover now