Capítulo 7; Lilith.

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*Años indefinidos antes*

'Narradora'

(Nombre) estaba sentada frente a Dios. Su querido padre le había pedido hablar en privado, y no podía negarse.

— ¿A qué se debe el honor, querido padre? — preguntó ella, con una sonrisa que demostraba admiración y amor. Su contrario le devolvió la sonrisa de la misma manera.

— Pequeña, debo hablar contigo sobre algo importante... Últimamente, he notado a Luzbel distraído, ¿tú sabes a qué se debe? — Ella hizo una mueca.

No estaba hecha para mentir, literalmente. Pero tampoco estaba segura de si explicarle que su querido amigo y amo estaba destrozado por cierta chica.

Lilith. La verdadera primera mujer, la cual fue un "error" por así decirlo, dado que debía amar a Adán, sin embargo su amo Luzbel conquistó su corazón. Además de que deseaba ser igual de respetada que Adán, quería estar a la par y no ser inferior.

Dios, en un principio pensó en borrar su existencia, pero gracias a las insistentes súplicas de la peli-blanca tuvo "compasión" y la volvió una demonio, la cual dio vida a muchos demonios los cuales regían en el infierno.

— Padre, te quiero muchísimo y no soy capaz de mentirte, pero me sentiría muy mal conmigo misma si te dijera la desdicha que mi amigo no quiere que sepan — Cerró los ojos decepcionada de sí misma. Pero, para su sorpresa, la risa del mayor se escuchó a través de sus oídos.

— No te sientas mal (Nombre), lo que estás haciendo es algo muy noble y hermoso de tu parte. Estoy orgulloso de ser tu padre, pero creo que ya sé a qué va todo esto.... — Suspiró y se levantó de su trono.

(Nombre) hizo lo mismo. Él se dirigió caminando por las nubes hasta el límite, y al bajar la mirada podía ver a su creación. La joven ángel se detuvo a su lado y la mano de su padre se apoyó en su hombro.

— No era su destino estar con Lilith. Sé que mi hijo lo entenderá. Al igual que sé que tú podrás animarlo y lograr que sea el mismo de antes. Te encargo esa misión, ¿puedes hacerlo? — Ambos se observaron. Ella con los ojos brillosos por su tarea asignada.

— ¡¡Claro que sí!! ¡¡Estará tan feliz que su alegría será contagiosa, ya lo verás Padre!! — Se alejó corriendo de lo emocionada que estaba. Dios sonrió por su entusiasmo, y como ya lo había imaginado, ella volvió segundos después.

— Sí, hija mía. Puedes ir a ver a Lilith — La chica asintió feliz y se fue nuevamente. En ese momento entró Rafael confundido pero contagiado de la alegría que emanaba su hermana y amiga.

— Padre, ¿a qué se debe su alegría? — Dios volvió a reír.

— Sentí su angustia. Está muy presionada con su cargo como mano derecha de el Dios del infierno, ver a su amiga será algo bueno para ella — El Arcángel hizo una mueca.

— Pero... ¿esto no fue una trampa para que (Nombre) conozca a Meliodas?

— Por supuesto que lo fue. Sabes bien hijo mío que (Nombre) y Luzbel juntos son un peligro — La voz del altísimo sonó más seria. Su contrario asintió.

— ¿Los dejarás ser felices? — preguntó en un susurro.

— Yo no decidiré su felicidad Rafael. De eso se encargará (Nombre), yo sólo la alejaré de lo que podría ser su destrucción. Si mi hijo se llega a enamorar de ella, será un problema... — Suspiró, sabiendo que todo su plan traería catástrofes al mundo.

— ¿Por qué....?

— Por que (Nombre) no pertenece a este mundo. Mi hermano Caos me encargó protegerla, fue mi error hacer que Lucifer y ella se conozcan.

Mi Ángel | Meliodas Where stories live. Discover now