Deja la comida en un estante del pasillo a la entrada de la casa. Ahora camina con lentitud observando a todos lados: en el recibidor no se encuentra nadie, todo se encuentra en su sitio, pero cuando llega a la cocina encuentra a una persona a espaldas suyas removiendo la cafetera de la estufa que se ve brotando humo, hasta mojo algo la estufa al tardarse tanto en ser removida. Al ver eso arruga el entrecejo incrédulo de lo que ve, la persona parece que se va dar la vuelta y él reacciona más rápido para aventarsele... en cuestión de segundos ambos llegan a flechar mirada, y en ese momento sutil siente como hace click dentro de su cabeza mientras la otra persona mueve su mirada para ver lo que lleva en la mano y...

-¡Frederick, no! ¡Soy yo! -exclama Santos dejando caer una taza de sus manos a la misma vez que lo recibe de golpe contra su cuerpo.

Él con todo su autocontrol deja caer el hacha de sus manos hacia atrás mientras se va de bruces sobre ella. Ambos se quedan en shock con lo más inesperado que termina ocurriendo: con miedo de que su excompañera se hiciera daño al caer, la envuelve entre sus manos, aunque no planeo sus labios quedarán juntos también producto de sus sorpresa.

La abertura de sus bocas acabo siendo perfecta para el acogimiento del otro, aunque ninguno lo espero o planeo. Al reaccionar, ella ciera sus ojos y acepta el beso con gusto, él pestañea varias veces saliendo de su trance para separarse con lentitud de ella escuchando ese particular sonido de los labios al juntarse, luego analiza que... ¿la beso? O ¿Se besan? Él y Santos. Ella pasea su lengua por su labio inferior fino saboreando la sensación de los labios del que ya no estaban.

Él sin embargo abre su boca y la cierra de nuevo sin poder articular palabra alguna. Aunque no siente culpa tampoco siente satisfacción, él siempre la respetó aunque deducía que a ella él le gustaba, porque cuando antes la abrazaba sentía como si la respiración a ella se le cortara. Cuando sus manos por cualquier motivo se rozaban ella se ponía tiesa, hasta en ocasiones presiente haberla visto cerrar los ojos ante su llegada ante ella, como cuando alguien huele un rico perfume. En muchas ocasiones la hallaba viéndolo muy fijamente, en una que otra ocasión la notó respirar profundamente su perfume al abrazarse. Claro, ella trataba de no ser evidente aunque cuando uno está enamorado se siente en el aire inevitablemente. Sumándole que su mirada sobre él era muy profunda, como si lo viera desnudo.

Él traga saliva para tratar de ponerse de pie con algo de dificultad, ahora se separa de ella completamente: necesita hacerlo, sabe que si se queda en esa posición más tiempo esa mujer lo puede violar ahí mismo, sobre el piso de su cocina.

-Yo... -afina su garganta- lo siento. No fue mi intención -le da la mano para ayudarla a levantarse-. De verdad.

Ella se pone sobre sus pies -Pensabas que era un ladrón ¿Verdad? No debí meterme así sin más pero es que la puerta estaba abierta, los guardias andan merodeando allá a fuera y no quería que me vieran, podrían mal pensarlo ¿Me entiendes?

-¿No crees que lo haría más si te metes a escondidas?

-Ah... sí, tienes razón pero si no lo descubren no pasa nada. ¿O qué se los dirás tú?

Se pone una mano en el estómago y se dirige a preparse su café -No, claro que no.

-Lo sabía -sonríe a sus espaldas.

-Pero, ¿a qué veniste? Y más a estás horas -la mira con una taza en su mano dirigiéndola a su boca.

Ella se queda embelesada viendo cómo su boca se entreabre y sopla antes de pegarse al borde de la taza.

-Santos...

-¡Ah! Bueno, yo escuche que ya te habían dado el alta y quería vert... -a clara su garganta- Ver cómo estas.

Un CriminalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora