Es el Amor

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Su sorpresa fue muy evidente, muy a pesar de habérselo imaginado contenía el deseo de que no hubiese sido así.

-¿Por qué la pregunta? -comenta Ramírez.

-Curiosidad -desvía su mirada cristalina.

Bull se le acerca palmeando su hombro- Oye, me tengo que ir -comienza diciendo mientras le observa fijamente-, pero por favor, si pasa algo, no importa la hora que sea tú llámame ¿Ok?

Asiente con su cabeza -Sí, está bien.

Maiban, relaja sus hombros. La verdad es que a él le preocupa que le pase por la cabeza a Waller la idea de suicidarse, peor aún que lo intenté estando viviendo solo, siendo alguien que se aisló del mundo que ni conversaba siquiera con sus vecinos lo ve más propenso a poder ceder en ese estado en que se encuentra.

Ambos hombres lo vieron salir de la habitación dejando la puerta abierta en el transcurso. Al final, se ven un momento bajo el silencio. Waller estudia al joven que se encuentra con un pantalón formal, anda con sus manos dentro de los bolsillos de esté una camiseta blanca y arriba una campera abierta de invierno, azul oscuro, su pelo rubio le dice a gritos que es impeinable el chico.

-Capitán...

-Está bien muchacho. Vete tú también a casa -le dice despreocupado.

-Es que ya es tarde, pero si usted lo desea me puedo quedar un rato más con usted.

-No. Está bien, sé que tienes trabajo que hacer a primera hora, mejor ve a casa y descansa.

-Como usted diga mi capitán. De igual forma, pasaré mañana para ver cómo se encuentra -sonríe.

Ambos se dan la mano y el muchacho se va por la puerta igual que Maiban, dejándolo está vez a él solo.

Waller respira profundo al oír la puerta principal de su casa siendo cerrada. Se siente un tanto solo, por primera vez en años. Se debate si lo mejor hubiera sido pedirle a Ramírez que sí se quedará y le ofrecía un café para tomar. O agua, jugo, o lo que él quisiese (es que, él es cafetero).

Después de un buen rato pensando, decide levantarse de su silla y con pasos despacios dirigirse a bajar las escaleras hacia el primer piso. Ya ahí, en el último peldaño, se queda observando la puerta principal, reconstruyendo dentro de su cabeza el momento en que estaba ahí tirado, apoyado en aquella puerta. Ahora siente un dolor insoportable en su abdomen de solo pensarlo.

Sale de su nube dentro de unos pocos minutos para con bastante dificultad ir hacia la cocina, pone la cafetera sobre la estufa y enciende la radio. Luego, se sienta en el comedor para recuperar las fuerzas invertidas, hacer solamente eso, algo que diariamente hace en sus días hoy le ha parecido un gran esfuerzo. Lleva su mirada a su izquierda en donde se halla una ventana con sus cortinas corridas, así permitiéndole apreciar la casa de su exvecina, automáticamente su cerebro reproduce aquella noche, la pelea entre el esposo y él.

-¿Qué será de la jovencita ahora? -Se interroga con curiosidad viendo la casa, las cortinas entre las que le miraba a su casa la señora. Un momento, ¿la vecina lo acechaba?... que raro.

Se pasa la mano por la cara algo confundido, volviendo a la realidad nuevamente, se pone sobre sus pies otra vez para buscar la comida que le compraron los chicos para almorzar... pero un segundo -¿Qué hora son?- curioso observa al reloj que se encuentra sobre una pared, ve que son las siete cuarenta y cinco de la noche. De modo sorpresa eleva sus ejas incrédulo- Qué rápido pasa el tiempo cuando te sumerges dentro de tu cabeza -se dice para sí mismo.

Cuando regresa a bajo se sorprende al ver la puerta de la casa abierta -¿No estaba cerrada antes?... sí- se interroga y responde a la misma vez así mismo dentro de su cabeza. Algún ladrón tuvo que haberse metido a la casa sin que se diese cuenta. Observa por toda la casa para acabar tomando un hacha para su defensa, le da una vuelta en el aire para pegar con la parte de atrás y no con el filo de esté, no desea matar a alguien aunque sí darle un buen golpe por infiltrado.

Un CriminalWhere stories live. Discover now