Epílogo

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—Hey, Jin. ¿Ya terminaste? —Pregunto Jimin, vestido de blanco y asomado por el umbral. En sus dedos brillando un anillo de oro que jamás se quitaría.

Seokjin, igualmente vestido de blanco, desliza la punta de un esfero por una hoja blanca, escribiendo rápidamente sumido en sus pensamientos. —Ya casi término.

—Apurate, no queremos hacerlos esperar y que piensen lo peor. —Jimin sonríe y se acerca, observando sobre el hombro de Jin lo que tanto lo distrae.

—¡Hey! ¡Chicos! —Hoseok aparece y tiembla como loco. —Necesito un trago.

—No se lo den, el idiota aún no supera que Zico le dijo que sí. —Jungkook se ríe entrando detrás. —El chico te esta esperando en el altar, tienes que tranquilizarte.

—Siento que me caere en la entrada y quedará grabado para siempre. —Hoseok niega, moviendo sus manos como abanicos sobre su rostro.

—¿Qué tanto hacen? —Jungkook se asoma sobre los hombros de sus amigos. —Oh, vaya. Es lindo pero no se demoren mucho, recuerden que nos casaremos al tiempo lo que significa que si alguno la caga, todos estaremos jodidos.

—Te volviste tan grosero como Yoongi. —Acuso Jimin y luego sonrió con cariño —Finalmente seré una papa casada.

—Yoongi es magnífico, todo saldrá bien ya lo verá. —Jungkook palmea su hombro con cariño. —¿Y bien? ¿Terminaste Jin?.

—Siento que parecemos muertos al estar todos de blanco. —Murmura Jimin, interrumpiendo.

—Los chicos están de azul, nos veremos muy bien juntos en la foto, ya lo verán. —Comenta Seokjin, doblando la hoja y guardandola en un sobre. —Y sí, ya terminé.

—¿Listos para ser papas casadas de nuevo? —Hoseok sonríe y luego se cruza de brazos. —Espero que ninguno de ustedes beba hasta perder la conciencia y arruine mi boda.

—Nuestra boda. —Jimin mira a Jungkook. —Y si, lo decimos por ti Jeon.

—Aburridos.—Jungkook exhala con nerviosismo y entonces la puerta es abierta.

—Chicos, es hora. —Hyo-ri sonríe al verlos. —Se ven tan guapos.

—Ya estamos listos. —Seokjin se acerca y le entrega el sobre. —¿Podrias enviar esto por correo? Por favor.

—Por supuesto querido. —Ladea la cabeza dubitativa. —¿Puedo saber que es?

Jin sonríe misteriosamente al igual que los demás. —Digamos que es nuestro regalo. —Se encoge de hombros. —Un cierre y un comienzo.

Hyo-ri asiente y los chicos salen, sonriendo y tomándose de las manos felices.

Más tarde, la música nupcial hace eco mientras la carta emprende su viaje.

Días después

Estimado Señor Tuan:

Iniciare esta carta con una pregunta que me robaba el sueño hace un dos años.

¿El amor tiene fecha de caducidad?

Sí.

Eso era lo que pensaba cuando me encontraba despojado de la fortaleza suficiente para no depender de alguien más. Aveces, creemos que nos guiamos por nosotros mismos pero en el amor, entregamos ciegamente el corazón, consolandonos con la idea de que amamos de forma desinteresada.

Oh, pero como duele el rechazo, la traición, la idea inconcebible que se vuelve verdad cuando eres reemplazado, engañado, dejado de amar.

Pero entonces, encontré el hotel para divorciados.

¿Quiere mi opinión sincera? Jackson es un sujeto idiota y herido que no razona la mayor parte del tiempo. ¿Pero quiere escuchar otra opinión aún más sincera? Es un buen tipo que con sus clases de rehabilitación que parecían una mezcla entre una secta religiosa y clases de kinder, con toques de Psicología y esperanza, logró que siete hombres que pensaban que el amor tenía fecha de caducidad, sin retorno ni recibo alguno, sin posibilidad de una compra nueva, terminaron más enamorados que dos caballitos de mar y a punto de casarse.

Es entonces que, aún si recibí daño al final, recibí aún más experiencias inolvidables y maravillosas que de una u otra forma, fueron propiciadas por Jackson.

Y aquí, vestido de traje blanco en una habitación de hotel, a punto de dirigirme  a la boda de mis sueños, a mi nuevo felices para siempre, pienso que el amor no tiene fecha de caducidad, nosotros lo terminamos por nuestra propia mano, porque somos nosotros los que cada día lo enriquecemos, claro que debe ser con la persona indicada.

Y yo he encontrado a la mía.

Soy Kim Seokjin, profesor de primaria, a punto de alcanzar mis treinta años y pienso que, enriquecido de mi infinita felicidad por este día, debo hacer algo en agradecimiento a Jackson.

Él solo tiene ese programa porque piensa que de esa forma puede reparar sus errores. Quiero decir que, él, quiere recuperarlo Señor Tuan.

Como dije, el amor no tiene caducidad, el suyo no se ha acabado. ¿Porque no darle una oportunidad? Espero que usted también pueda ser conquistado esta vez por el instructor del hotel para divorciados.

Término esta carta con una sonrisa, mis mejores deseos y, espero, una palomita mensajera de buenas nuevas.

¡Adios!

Mark Tuan observa con un suspiro a través de la ventana, notando los rayos del sol acariciar el campo frente a él.

Sonríe de lado. —Vaya que tiene razón, eres un idiota. —Mira con cierta tristeza su alrededor, la brisa empujando sus cabellos rojos. Aprieta los dedos, el dolor en su corazón persiste.

La contestadora automática se enciende como si los planetas se hubieran alineado a su favor. Entonces el silencio se ve interrumpido por primera vez en más de un año, por la voz de quien menos esperaba.

Hola, eh... Si, bueno. Mmm, solo quería decirte que... Uhh... Mierda, soy terrible para esto.

Mark sonríe de lado. Segundos después el teléfono timbra de nuevo y pronto, la contestadora se enciende por segunda vez.

Okey, así que... Mmm, ¿Como estas? Yo, no se como empezar un mensaje de este tipo en realidad. Bueno, quizás deba empezar con un lo siento. Es lo primordial. En fin, yo... Mmm, espero que estés bien... Y... Joder. Maldita sea.

Te extraño.

—Tal vez si has cambiado. —Una sonrisa estira sus labios. —Yo...

Mark se levanta y lentamente sale de la habitación, quedando únicamente la luz que ilumina las paredes, el viento que empuja las cortinas y una pequeña radio que produce bonitas melodías románticas.

Como un eco, se escucha la voz de Mark, un susurro que inicia un capítulo más.

Hola.

Una risa hace eco, parece que la persona del otro lado se atraganto y aquello le produce gracia a Mark.

—No pensabas que llenarias mi contestadora de mensajes y no te llamaría. ¿O sí?

Segundos de silencio llenan la estancia.

—Jack, ¿Puedo preguntarte algo?

Parece que la respuesta es afirmativa.

—Yo... Mmm. Me preguntaba si... ¿Aún está abierto el hotel para divorciados?

FIN

Hotel para Divorciados - NamjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora