Capítulo 05

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El ambiente se hizo más pesado. Mi cuerpo ardía, quemándome por dentro. El sudor frío envolvió mi frente cuando sentí mi ropa húmeda, aferrada a mi espalda. Mi corazón pulsaba resonando en mi cabeza, pesado y errático. Parecían dos latidos a la vez. Mi piel se sentía rígida sobre mis músculos, incisivos y punzantes. El calor tras mi irritación se volvió sofocante y la presión del aire alrededor de mis oídos, era agobiante para mi cabeza.

Traté de tranquilizarme, sacudiendo de vez en cuando la cabeza y empezando a contar mis respiraciones. No podía entender qué ocurría. Mi respiración se estremeció en mi pecho. Apreté mis ojos y maldije. Lo que sentía no estaba bien.

Ajusté los tirantes de mi bolso y una débil sonrisa curvó mis labios al notar que las desoladas aceras se habían terminado y acababa de llegar a la calle de nombre impronunciable. El alivio me inundó. Faltaba poco para adentrarme en zona conocida y les agradecía internamente a mis piernas por ser tan ágiles. 

Habíamos estado hablando quizá por más de diez minutos. Cada segundo dentro del bosque había sido una tortura, y de seguir expuesta a esa tortuosa embestida verbal con Cole, habría entrado en un estado de ira que hubiese terminado con mi cuerpo totalmente congelado y tirado en algún punto de la calle.

Tan malditamente injusto como era, aún podía sentir esa mezcla de caliente furia y humillación remolinando en mi interior. ¿Qué demonios estaba sucediendo? Ignorar lo que sucedía no funcionaría. Además, siendo honesta, sabía que me sentía más que un poco asustada por lo que pasaba. El miedo podría haber fundido unas pocas células en mi cerebro. ¿Tenía sentido siquiera?

Probablemente yo sonaba estúpida.

El viento empujaba y rompía a mi alrededor, rugiendo. Las silenciosas calles dejaron de aparentar silencio al mismo tiempo que mi curiosidad aumentaba fervientemente y mi mente trabajaba a mil por hora, buscando hipótesis que explicasen la situación. Yo estaba bien. Tenía que haber una explicación lógica para eso.

Enderecé un poco la espalda y moví los hombros para aliviar la tensión. Mis manos abriéndose y cerrándose. Tomé varias respiraciones más profundas. Yo estaba bien.

Di unos pasos y una fuerte corriente de aire impactó conmigo, nublando mi vista. Subí las manos a mi cara, tratando de aclararla. Traté de calmarme nuevamente, pero la suciedad en mis manos dificultaba el proceso. Resoplé, entonces, sintiéndome aún más vulnerable, y aceleré mientras tragaba con dificultad.

No bajé el paso hasta que estuve en el patio de enfrente a la cabaña. Mi respiración salió en un fuerte jadeo, fruncí el ceño y observé a mi alrededor, posando mi mirada en la casa contigua. Un dolor se había establecido detrás de mis ojos al haberme obligado a forzar mi vista, pero no mostraba signos de querer detenerme.

—Oh, por supuesto. Eso sería muy agradable... —Se escuchó la voz de mi madre saliendo de la casa vecina, para luego cortar abruptamente el hilo. La sorpresa abrió sus ojos, y luego frunció el ceño—, ¿Skylar?

—Mhmm... ¿Hola?

En un abrir y cerrar de ojos, estuvo frente a mí, bloqueando mi paso. Luego, se acercó, su cabeza inclinada y mirada decidida. Retrocedí hasta que mis pies encontraron el borde de la acera.

Nuestras miradas se encontraron sin intercambiar palabras en el momento. Su boca soltaba bocanadas de aire intercaladas con su constante pestañeo. Pasaron cinco segundos, luego diez, hasta que su reacción cambió a una totalmente diferente. No podía verla por la escasa luz, pero no me hacía falta hacerlo, sabía que estaba enfurecida, como todo lo que provenía de ella.

—¿Puedo saber qué haces aquí a estas horas? —interrogó con los ojos entrecerrados, cuidando de no mostrar un espectáculo, después pareció decidir algo y asintió—, supongo que tienes una buena explicación, ¿no es así?

El secreto de HaileyOnde as histórias ganham vida. Descobre agora