40. Un Nuevo Comienzo

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Pasó media hora y yo ya me había tirado al abandono.

Llegué a ese punto en el que sabía que no valía la pena luchar. No valía la pena intentar convencerme de que había una oportunidad de volver.

Simplemente me rendí.

Y me quedé viendo el espectáculo a mi alrededor, que solo me destruía más.

—Ella va a estar bien, ¿verdad? —preguntó Lucas, secándose las lágrimas con el dorso de la mano.

Mis hermanos estaban lejos del caos. Muy lejos.

Roberto se había encargado de conducirlos a un rincón entre las ruinas, apartados de la tragedia.

Los cuatro estaban sentados sobre un gran bloque, mirando a los campos, y no habían hablado desde que llegaron.

—Fabri... —volvió a insistir, jalando a mi hermano de su muñeca—. ¿Ella estará bien?

—No lo sé —contestó Fabricio bruscamente y arrojó otra piedrita con furia a sus pies.

—Mauri dice que se golpeó la cabeza... Mamá la curará, ¿cierto?

—No lo sé.

—Pero sí estará bien, ¿cierto? Porque mamá...

—¡NO LO SÉ! —exclamó él—. ¡Ahora cállate! ¿Puedes?

Lucas retrocedió un poco asustado y se acercó a Mauricio, un tanto tembloroso.

Fabricio se dio una palmada en la frente al notar su reacción y resopló arrepentido. Intentó calmar su enojo y giró hacia nuestro hermanito.

—Perdón, Luquitas, yo... Dios... Lo siento, ¿okay? Solo... Solo no estoy de humor ahora. Quiero silencio.

—¿Por qué? —cuestionó Mauricio.

—No lo sé... Es que... Ella no tenía que volver a entrar.

Sus ojos se humedecieron, y ahí su escudo se cayó.

—¡Ella debió quedarse con nosotros! —gritó y la voz se le quebró—. ¡La estúpida no tenía que hacerse la heroína! ¡Ella debió quedarse con nosotros! ¡ERA TAN FÁCIL! ¡Ella...!

Apretó los párpados para contener el llanto, aunque igual unas lágrimas rodaron por sus mejillas .

—Ella... Ella no debió entrar de nuevo...

Mauricio lo vio con lástima y Lucas se recostó en su brazo. Todos compartían ese mismo sentimiento de preocupación. Y entre ellos se consolaron.

—Ella estará bien —dijo Lucas suavemente—. Lo sé.

—Sí, mamá sabrá que hacer —completamentó Mauricio y le regaló una sonrisita.

—Eso espero, porque yo... —titubeó Fabricio y bajó la cabeza—, yo no quiero que muera.

—¿Morir? —preguntó Mauri y arqueó una ceja—. ¿Cómo Pepe el pez?

—Sí... Exactamente como Pepe.

—Pero... Mamá dijo que Pepe se convirtió en historias —recordó Lucas—. ¿Eso le pasará a Lau?

—Ojalá no. No me gustaría.

—A mí tampoco.

—Ni a mí —dijo Mauricio y comenzó a sollozar—. No quiero historias de Laura, quiero a Laura...

Fabricio asintió con los ojos vidriosos y los abrazó a ambos de los hombros.

—Ella sanará. Solo... Solo nos queda esperar que todo salga bien, ¿verdad, Berto?

✨No se habla de Mirabel✨ || Encanto AUWhere stories live. Discover now