4. Proyecto "Milagro"

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—¡Aquí estás! —exclamó mi mamá al verme salir del cuarto y corrió hacia mí—. Ay, Laura, ¿dónde te habías metido? Tenemos que irnos.

—Estaba un poco ocupada —contestó el tío Camilo, quién salió detrás de mí.

Mi mamá arrugó el ceño y me apartó de un tirón en la muñeca.

—¿Se puede saber qué mañas le estuviste enseñando a mi hija?

Él se apoyó en el umbral de la puerta cruzando los brazos.

—Ay, Isa, por favor. Me harás quedar mal frente a mi sobrina.

—Solo me dio mi regalo de cumpleaños. Un peluche —contesté de inmediato—. Nada más.

—Exacto —se sumó él—. Relájate, querida, no haré que queme la casa. Está en buenas manos.

Ella negó con la cabeza y revolvió los ojos. Era un gesto normal en ella. Cada vez que el tío Camilo hacía algo, ella repetía exactamente la misma expresión.

—Como digas, solo no la metas en problemas.

—A la orden —contestó él, lanzando una pícara sonrisa.

Mi mamá lanzó una risita disimulada.

—Vámonos, Laurita —me tomó de la mano y dio media vuelta.

Antes de retirarnos, ella se tomó un tiempo de pensar. Se detuvo a mitad de camino y giró hacia el tío Camilo.

—¿Nos acompañarás?

Su alegría se desvaneció del rostro sl instante. No parecía estar tomándolo bien todo el tema de ir a las ruinas.

—No pienso respaldar una mentira así.

—Vamos. Solo haz acto de presencia ahí. Ni siquiera es necesario que busques la vela. Lo más probable es que ni la encontremos —insistió mi mamá, viéndolo con ojos suplicantes.

—Lo siento, Isa. De aquí no me muevo.

—Aunque sea finge que te interesa. Toño cree fielmente que la vela está ahí, hazlo por él.

—Sabes muy bien que esto no es por Antonio.

Mi mamá lanzó un suspiro pesado y frunció los labios. Pude sentir sus dedos apretando los míos. Sin embargo, pese a su obvia presión y angustia, no dejó de mostrar su perfecto rostro.

—No le des la contra a la abuela, Milo. Es un mal plan.

—Es lo correcto.

—No quiero que te pase lo que a Mira. Solo sigue con el teatro y sobrevivirás.

—O tal vez no.

—Camilo...

—Buena suerte en las ruinas. Espero que encuentren lo que buscan —cortó de golpe, luego se volvió hacia mí—. Y feliz cumpleaños, enana. Ojalá se acuerden de celebrarlo.

Antes de que mi mamá pudiera detenerlo, él nos esquivó de una zancada y se fue a pasos agigantados por el pasillo. Mi mamá se quedó un rato en silencio, perdida en su trance.

—¿Ma?

—Estoy bien —dijo, sacudiendo la cabeza para salir de sus pensamientos—. Vámonos, linda. Tus hermanos te esperan afuera.

—¿A dónde vamos? —pregunté, queriendo ocultar cómo los escuché la noche anterior.

—A un lugar antiguo. No es muy importante.

—¿Y si no es importante, por qué tienes miedo de que le pase algo al tío Camilo?

—Son cosas de adultos. Algún día te lo explicaré.

✨No se habla de Mirabel✨ || Encanto AUOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz