23. Buscar Respuestas

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Solo he montado caballo una vez en mi vida.

Lo recuerdo con claridad porque mi padre quiso enseñarme equitación en un fallido intento de pasar tiempo de calidad conmigo.

¿Cuál fue el resultado? Sencillo, me caí de cabeza. Y fue una horrible caída.

Por eso, cuando me tocó montar ese jaguar que me llevaría al refugio, me la pasé rezando y me agarré con fuerza de su pelaje.

Esa cosa iba mil veces más rápido que un caballo y yo ya me veía tirada en el suelo.

—¡A la derecha, amigo! ¡Derecha! ¡DERECHA!

El jaguar dio una última vuelta brusca en la montaña y al fin llegamos a la puerta escondida.

Llegué al refugio.

Me bajé del animal con cuidado y le acaricié el pelaje antes de que se fuera.

—Aquí es —le indiqué—. Ahora trae al tío Antonio, ¿okay?

Yo no tenía el don de hablar con los animales, pero sabía que ese felino me había entendido a la perfección y que sabía exactamente lo que tenía que hacer.

Lanzó un diminuto rugido y corrió cuesta abajo de regreso a la casa. Lo vi perderse entre los árboles y espantar a los pájaros.

Unos segundos después, el jaguar se perdió de mi vista. Y justo en ese instante la tierra dio otro sacudón. No fue algo fuerte, pero si fue significativo y me hizo caer de rodillas.

Las hojas de los árboles se sacudieron, las piedras rodaron y el piso se agitó. Fue un movimiento de solo unos segundos, pero me recordó la urgencia del evento.

Debía averiguar qué estaba pasando de una buena vez.

—Okay, Lau. Tú misma eres. Solo será una caídita. Puedes lograrlo.

Abrí las tablas que llevaban al interior, llené mis mejillas de aire, crucé los dedos y di un salto al vacío.

¡PUM!

Caí estrepitosamente y me volví a manchar de tierra y barro. Me puse de pie lo más rápido que pude y ni siquiera me sacudí el polvo, no tenía tiempo que perder.

Una vez adentro, tiré de la palanca y cerré la entrada.

Había regresado a los túneles oscuros y confusos que no sabía utilizar.

—¡Mariposa, no sé dónde estés, pero es buen momento para aparecer! —exclamé al aire—. ¡Mariposa!

Y casi como por arte de magia, mi mariposa amarilla surgió delante de mí. Estaba revoloteando alegre como siempre.

—Llévame al escondite, por favor. ¿Puedes?

A ella solo le bastó aletear y se elevó en el aire. Dio vueltas alrededor del túnel y al fin decidió ir a nuestro destino.

El hilo dorado emergió de ella y yo la seguí de cerca. Evité las piedras, el desnivel del piso y lo palos que servían de soporte. No estábamos en condiciones de que me estrellara con algo y me desmayara.

Giré a la derecha, a la izquierda, seguí de frente y de nuevo a la derecha.

Hasta que al fin me encontré con la puerta.

La primera vez que vi ese lugar, me pareció un ambiente mágico y espectacular. Pero en ese instante, era más bien un escenario terrorífico y destruido.

Los temblores habían hecho caer diversas rocas, las grietas perforaron el suelo y las paredes. Los pobres estantes estaban en el piso, la mesa había sido aplastada y todo era un desastre.

✨No se habla de Mirabel✨ || Encanto AUWhere stories live. Discover now