Epílogo

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Siempre con nosotros

Jung Jungkook.

1999 — 2017

La rosa roja se sentó bajo los pies de la lápida recién puesta en el camposanto. Sus tristes ojos verdes le contemplaron una vez más.

—Te voy a extrañar— susurró Taehyung, mientras una lágrima se perdía en la entrada de su boca.

Una cariñosa mano se acomodó sobre su hombro.

—Na Ra y Jae Hyun te esperan en el carro — anunció Hoseok, con voz suave.

—Ya voy — Suspiró y se acercó hacia la otra lápida que se encontraba justo al lado. En ella, dejó caer un capullo de níveos pétalos.

—De parte de Jungkook

Una agradable brisa le removió sus cabellos. Sonrió. Quizás ya no podía verlo — Debido a la muerte de su hermano se había roto aquella herencia vidente que cargaban desde hacía décadas — pero sí podía sentirlo.

Miró hacia la luna que comenzaba a aparecer en el cielo. Faltaba poco... Extrajo de su bolsillo una pequeña mariposa negra y una delicada cadena y los acomodó en sus respectivos lugares, antes de dar media vuelta. Hoseok aún le esperaba. Ambos sonrieron, se tomaron de las manos y, juntos, caminaron de regreso por aquel silencioso y apartado sendero; de regreso a casa...

—Gracias — musitó Jimin, mientras los miraba marchar y cogía entre sus manos la blanca rosa y la cadena que habían dejado sobre su tumba. Miró hacia la lápida contigua... Silencio.

Se llevó el capullo hacia la nariz y cerró los ojos, inhalando su dulce fragancia... recordando. "Te amo. Tal vez te canses de escucharlo todo el tiempo, pero esta necesidad de decírtelo es más fuerte que mi necesidad de respirar"

No debía de estar triste, Jungkook ya se encontraba en un lugar mejor. Seguramente ahora mismo Dios le estaba acogiendo con amor y ternura, tal y como una persona como él lo merecía. No debía de ser tan egoísta como para guardar una esperanza. No debía... pero lo hacía.

¿Cómo seguir sin él? Se preguntó, abrazando su pecho vacío. Las cosas tenían que ser así, desde el principio se tenía predestinado que el final entre los dos sería triste. ¿Qué otra opción cabía entre el romance de un fantasma y el ser humano más precioso que la Tierra pudiera concebir? Era doloroso... Sí, pero ya estaba anunciado desde el primer momento en que él le miró, que no podían estar juntos. Por eso le había huido, para evitar más sufrimiento. Sin embargo, jamás se imaginó que tan penetrante y lacerante sentimiento fuera a su vez tan hermoso.

No se arrepentía, en absoluto. Al contrario, estaba agradecido con la vida por haberle dado la oportunidad de conocerlo, por haberle enseñado lo que es el amor, lo que es sufrir por otra persona y no por ti mismo, lo que es la pasión, la necesidad de que esa persona especial te mire y te sonría para que el aire llegue armoniosamente a tu pecho... Daba gracias de haber conocido a Jungkook, pues gracias a él... ahora sabía lo que era extrañar a alguien realmente.

Caminó hacia la lápida contigua a la suya y se sentó a un lado. Una cristalina gotita se derramó por su mejilla, estrellándose contra el cemento recién labrado. No lo podía contener, no podía reprimir el llanto cuando sabía que ya no le vería... Apretó la rosa inmaculada hacia su nariz. No quería abrir los ojos, sabía que la noche ya había velado el cielo y no quería contemplar el cementerio bañado en su ausencia. Se limitó a seguir dejando que las lágrimas se derramaran por sus translucidos parpados, se limitó a seguir recordando su voz, sus ojos verdes, su sonrisa...

—Un ángel no debería de llorar — respingó ligeramente al escuchar ese sereno sonido cerca de él, más no se atrevió a mover los parpados.

Qué lindo y engañoso es el poder de la imaginación, inspirado por la angustia, pensó mientras un frágil tacto se paseaba por sus pómulos, es el viento, nada más. Es el viento que me consuela...

—Jimin, mírame.

—No — sollozó el. Un par de pulgares se pasearon poco a poco por sus parpados.

—Por favor...

Finalmente, lo hizo. Su mirada chocolate se encontró con una ya bien conocida, de perturbador y tórrido color esmeralda.

—Estoy aquí — musitó el pálido muchacho de ropas negras, con una pequeña sonrisa.

En silencio, y aún escéptico, el fantasma izó sus manos hacia las mejillas masculinas, palpándolas con cuidado, como si la imagen de Jungkook pudiera desvanecerse en cualquier momento. Después, con un poco más de confianza, condujo la punta de sus dedos hacia cada ángulo de su rostro, mientras él comenzaba a hacer lo mismo con él y le demostraba, con la suave e inesperada presión de sus labios, que era real.

—Estás aquí — suspiró el castaño, embriagado de su dulce sabor que la muerte no había hecho nada más que perfeccionarlo — Pero, ¿Cómo? — Se preguntó — Deberías de estar en el cielo

—Jimin — suspiró él, uniendo sus frentes y mirándolo profundamente a los ojos — Estoy en el cielo. En mi cielo.

Una frágil sonrisa se fue dibujando en los labios de ambos. Jungkook volvió a besarlo, con más fuerza y vigor, y el aceptó hilando sus neblinosos dedos en sus cabellos color cobre, afianzándose a él, al alma que le acompañaría para siempre, mientras las tumbas, la noche y la luna cantaban una tierna canción coreada por lechuzas y cuervos. Una canción especialmente para ellos. Una Balada...

FIN

Bueno mis niñas llegamos al final del este pequeño especial de Halloween espero que les haya gustado y me dejen saber sus comentarios y opiniones. Muchas gracias por seguir conmigo en cada proyecto.

Nos leemos en la próxima... Cuídense mucho... Besitos...

Almas enamoradas - KookminWhere stories live. Discover now