Capítulo 11

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En alguna parte a lo lejos una campana sonó y despertó a Chanyeol. Abrió lentamente los ojos, y luego extendió la mano para tocar la sabana donde había estado Baekhyun. Estaba vacía. 

Chanyeol esperó escuchar los sonidos del más pequeño en el baño, pero no oyó nada. Frunció el ceño ligeramente, quería levantarse e ir con él, pero pensó que tal vez el chico necesitaba un poco de privacidad. Dejando escapar una sonrisa de satisfacción, Chanyeol cruzó sus manos detrás de su cabeza y miró fijamente la cobija, una sensación de paz profunda lo rodeó. 

Una noche no sería suficiente. 

El más alto nunca pensó en el matrimonio, sobre todo, no en un matrimonio con otro hombre. ¿Era eso, incluso legal? Yoochun tendría que averiguarlo... Sin embargo, eso no importa ahora. Ahora, cuando el empresario estaba allí, sabía que quería que Baekhyun estuviera con él para toda la vida. 

Chanyeol sonrió por la satisfacción que sentía, la plenitud de conocer y amar a la criatura más dulce y angelical que jamás haya existido. Cerró los ojos y esperó a que su amor volviera a la cama. No supo cuánto tiempo había dormido. ¿Cinco minutos? ¿Cinco horas? El tiempo había dado a luz a la incertidumbre y al miedo. Apartó las mantas, se levantó y miró a su alrededor. La puerta del baño estaba abierta. La habitación estaba a oscuras. 

Su estómago dio un vuelco. 

Se precipitó en el interior, fue a ver las cestas para dormir de los cachorros, gatos y conejos. Baekhyun no estaba en ninguna parte a la vista. 

— ¿Baek?.— Preguntó, yendo nuevamente al dormitorio. No se oía nada, más que el maullido adormilado de un gatito y el quejido de un cachorro. —¡Baek!.— Gritó de nuevo, poniéndose su ropa. 

Abrió la puerta y corrió por el pasillo. Se detuvo en la parte superior de la escalera. 

— ¡Baek!.— Gritó. El nombre se hizo eco burlándose a través de la sala. 

En ese momento Chanyeol supo que Baekhyun no le respondería. En su corazón sabía, porque ese sentimiento mágico, el que había sentido desde el primer momento que había visto al más pequeño, se había ido. Tan pronto como si Dios hubiera tronado los dedos, se había ido. 

Chanyeol se quedó mirando su mano, sus nudillos blancos mientras se apoderaba del pasamanos, luego se hundió en el escalón superior. No se movió durante un largo tiempo. Todo lo que él era, y cada alegría que tenía, fue evacuada hasta que se sintió como si no fuera nada más que vacío... el vacío humano.

 Apoyó la cabeza en su mano y tomó un par de respiraciones profundas.

 — Baek...— 

Dijo el nombre del chico por última vez. Fue apenas un susurro.

***

— Chanyeol, es mejor que tengas una muy buena razón  para que me llames en el día de Nochebuena. Sabes, algunas personas realmente tienen vidas... — 

Yoochun entró en la oficina en la casa de Chanyeol, con su abrigo de invierno en la mano y una mueca en su rostro. Había estado en casa de su hermano, a punto de cenar, cuando había recibido una llamada urgente del jefe. Y ahora, en lugar de disfrutar de una comida caliente hecha por su cuñada, el abogado estaba de pie en medio de la fría sala de la oficina de Chanyeol. 

El empresario estaba sentado en su escritorio, de espaldas frente a la puerta. Suspirando, Yoochun sacudió la cabeza y se acercó a él. Chanyeol se dio la vuelta, y una vez que Yoochun vio la expresión en el rostro del hombre mayor, supo exactamente lo que había sucedido. 

El sonido de una campana ↬ ChanBaek ↫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora