—Hi-Hinata...

—¿Qué pasa? —Shouyou disfruta la vista sonrojada, le pone a mil de adrenalina verlo así, continúa su cadencia encima suyo.

—Lo haces a propósito, idiota.

—¿Me detengo?

De Kageyama brota un salvaje sentido de pertenencia, hace segundos estaba bajo su mirada perdida y ahora lo observa de una forma que se quedará tatuada en lo más recóndito de su mente. Tobio alza sus caderas esta vez, presionando su pene erecto contra el suyo; A pesar de que conservan las capas de ropa es placentero sentir. El vaivén no para, al contrario, se acelera cuando los dos se perciben duros, la sangre en sus miembros corre cual máquina de vapor al mismo tiempo que los besos chocan torpes cada par de segundos. A veces son leves roces, otras son batallas de lenguas tratando de conquistar la opuesta, el placer se desvive en sus cuerpos cuando la temperatura sube y todo es calor, todo es fuerza de fricción, todo es escuchar los gemidos del otro.

Con torpeza Hinata levanta sus brazos y el armador no pierde la chance de quitarle la camiseta que tanto estorba, él imita y se despoja de la propia para en un choque de pectorales abrazarlo de vuelta.

Entre las chispas invisibles que sacan ambos, Shouyou no puede evitar pensar si la piel solía sentirse así normalmente. Porque no era igual a cuando él mismo se tocaba imaginando durante sus pininos en la autoexploración chicas sin rostro, su espalda volvió a arquearse y Tobio se dio a la tarea de seguir besando su cuerpo. La imagen de su novio lamiendo su abdomen ahora sería su documentación para las próximas jaladas, era demasiado y aun así no quería detenerse, solo busca más. Arrancan joviales, la hormona está a tope con su excitación cuando Kageyama siente que está por venirse y agradece tener toallas cerca de él. El éxtasis recorre su espalda previo a la venida, cuando un sonido seco lo saca del viaje. Es una alerta que le exige parar abruptamente, con fuerza descomunal toma la cintura de Shouyou deteniendo su paso, la cara del de ojos azules es un poema curioso entre sudor y tonos rosáceos, su expresión es tan desesperada que a Hinata solo le produce pánico.

—¡¿Estás bien?! —Shouyou explota en preocupación y se le baja la calentura de golpe, en sus manos envuelve su cara ansiosa— ¿Hice algo mal?

—¡No! —Tobio trastabilla en sus palabras, piensa más rápido de lo que habla y quiere esconder su vergüenza después de ese juego tan bueno— Justo lo contrario. Es que...

—¿Qué?

El golpe de una puerta llena el silencio que crearon ambos, las llaves cascabeleando y peso muerto cayendo en el suelo de duela de la planta baja. Y entonces la burbuja de ensimismamiento se revienta, el par de adolescentes pasan la saliva abruptos cuando escuchan la voz de la mamá de Kageyama en la planta baja.

—¡Chicos! Me vendría bien una mano. —Hinata pasa sus manos esta vez para cubrir su boca, la madre de familia les vuelve a llamar— ¿Pueden ayudarme a bajar las compras?

—¡E-En un segundo! —El grito de Kageyama salió más desesperado de lo que debía sonar e imitó la cobertura en sus labios.

—Tobio, ¿Te encuentras bien?

La voz de su madre suena preocupada, el menor percibe sus pasos rumbo a la escalera. Kageyama cae en cuenta de que ambos siguen uno sobre el otro y empuja a Hinata hacia atrás para apartarlo, el movimiento brusco hace que Shouyou se golpe con la esquina del mueble organizador y que en la fuerza deslizante su erección se ponga más recia.

—¡Ouch! —Se queja el pelirrojo sobando el chichón en la coronilla de su pelo, a lo que Kageyama le hace "shhh" buscando que disimule.

—¿Le pasó algo a Hinata?

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⏰ Last updated: Aug 22, 2022 ⏰

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Crónicas de homos primerizosWhere stories live. Discover now