Ambos asomaron su cabeza viendo como la silueta desaparecía cuando la puerta hizo ruido tras su salida. El "no tardaré" de su mamá y el sonido del auto saliendo de la cochera dio indicativo de que la vigilia materna se había ido, siendo el equivalente a la música más solemne en estos momentos.

Sus ojos se miraron con complicidad, brillando expectantes.

—¿Debería sentirme mal por alegrarme de que se haya ido?

—Y yo pensaba que te agradaba.

—¡Adoro a tu madre, Torpeyama!

—¿Podrías dejar de hablar de mi mamá por unos minutos? —Kageyama puso su mano sobre la boca ajena un instante interrumpiendo, la piel de sus labios hizo que quisiera pegarse como si fueran imanes opuestos— Quiero besarte desde que entraste a la casa y no me estás ayudando.

La sonrisa dentada de Hinata es molesta y le deleita la vista, es absurdo como puede sentir tantas cosas con ver su estúpido rostro lleno de diminutas manchas, con las manos toma su rostro acunando entre ellas las mejillas del mayor que se acomoda para estar más cerca suyo, puede enmarcar entre las yemas cada peca asomada por el contacto solar de su recorrido por las mañanas. Con un suspiro por parte de Shouyou, Kageyama sabe que puede besarle, y por algún motivo que no termina de comprender: es diferente. Y no de forma negativa.

Los roces de labios son dóciles con sabor dulce por los caramelos que vive tragando Shoyo cada que está en su casa, sin embargo, las cosas avanzan y continúan poniéndose coquetos los besos cuando el pelirrojo pasa sus brazos tras el cuello, se giran apretando el espacio entre ellos y es cuestión de segundos para que se encuentren recostados sobre el futón de visitas, aquel donde suele dormir el idiota cuando se queda a dormir.

El beso es más cálido que de costumbre, se siente como estar bajo un kotatsu en día lluvioso, reconfortante y caliente. Corrección, no es el beso, ellos están calientes y lo notan cuando los labios se transforman en lenguas que juegan retadoras dentro de sus bocas; Hinata sin pensarlo se coloca encima a horcajadas de su cuerpo, sus piernas envuelven su cadera apoyadas en el suelo y las manos que antes lo envolvían pasan debajo de la camiseta de Tobio.

—¿Puedo? —pregunta Hinata al separarse de su boca. Kageyama responde que sí sin saber en que se está metiendo.

Y vaya que está en aguas turbulentas cuando las manos del bloqueador central tocan su pecho, los dactilares pasean con suavidad haciendo círculos alrededor de la piel cálida, tiene secuelas de cada sitio donde se posicionan sus dedos que de vez en cuando presionan un poco. La sensación es más que reconfortante, está mareado entre los toqueteos que trascienden a su espalda, por inercia hace hacia atrás su cabeza y su cuello expuesto es besado por el más bajo. Cada pico de sus labios es una micro explosión, de un momento a otro sus manos imitan los movimientos y aprieta cerca de las caderas de Hinata quien se arquea dejándose llevar, las yemas navegan bajo los límites del short deportivo que cubre sus muslos.

—Mmh... —el sonido intenta brotar de sus labios apretados, Shouyou no puede evitar soltarlo cuando Kageyama lame en línea recta su cuello, sabe que su novio es vengativo y no escatimará en devolverle cada gesto que haga— Kageyama...

—¿Si?

—Hazlo de nuevo.

Tobio resulta ser obediente para algunas cosas, pues vuelve a lamer en esa zona mientras sus manos se posan sobre sus muslos. Hinata por reacción se mueve sobre él y nota que la zona abultada está más tensa y agrandada, él también es un jugador en este partido de dos y toma la oportunidad para moverse más sobre la pelvis de Kageyama, que tiembla bajo su mentón.

Hinata nunca olvidará el ruido ronco que borbotea de la garganta del menor, es tan erótico que debería ser ilegal, pero quiere más de eso y él es del tipo que nunca se rinde ante sus objetivos.

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⏰ Last updated: Aug 22, 2022 ⏰

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Crónicas de homos primerizosWhere stories live. Discover now