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[La fuerza y la vida no son sino epifanías de la realidad última.]
Comenzó un evento escalofriante. Siete cartas. Una prueba. Una epifanía con una realidad misma sobre su pasado. Una teoría sorprendente con detalles mismos de un experime...
Una silenciosa danza, lenta y dolorosa, con un movimiento tan fluido; tan monótono fue el compás de la lluvia acariciando mi rostro, gota por gota.
Sólo hay un escenario lúgubre sobre ésta corriente oscura llena de salpicaduras brillantes a la luz de la luna. Un color escarlata que resaltaba las mismas estrellas, enmarcando un cuadro. Una bella acción, representando lo más doloroso que alguien pudiera pasarle. Un oscuro relato, con un fondo lleno de líquido oscuro...¿será sangre?
¿Mis manos estaban teñidas de aquel líquido oscuro? No podía aparentar que sólo aquellas gotas eran de aquel sufrimiento. Por primera vez pude cuestionarme lo que había ocurrido. Con su tortuosa mirada compareciendo hacía mi y con esa lastimosa vista en contra mía. Suplicando a mí, por la vida en sí misma. Oía retumbar en mis oídos los cánticos de sus gritos, adornando con las súplicas de su ronca voz a tal punto de silenciarse por sí misma. ¿Era su sangre la que había derramado?, ¿O era mi culpa la que había despertado?...
Todo fue tan rápido que no pude responder ante lo que sentí al impactar contra su cuerpo con el frente del auto, a una velocidad impactante.
No. Era erróneo. Sólo pude recordar sus ojos llenos de alegría; contrastantes con la luz del auto. Veía su brillo inusual en ellos que me comía por dentro.
Me saludó, me sonrió y pronunció unas palabras irrepetibles.
"Te amo, hyung. Has lo que tengas que hacer". Volvía a desubicarme, y comencé a temblar como la interferencia en el radio, a consumirme como las gotas impactadas en el suelo.
Todo se volvió borroso, al recordar sus ojos y la pérdida de su silueta en la negrura del ambiente acoplándose con el son de las lastimosas gotas impactando con el suelo...
Esta ocasión era distinta a las anteriores, el paso del vaho era mi única respiración, mi único latir el pulso de los retrovisores, mezclando en el vidrio el agua y la sangre. Observaba aquella barra de repetición hasta adoptar el mismo ritmo en mi respiración; esos dos puntos eran mi perdición sobre el lúgubre ambiente. No dejaba de contemplar la oscuridad tras aquellas luces distorsionadas del auto y me torturaba la vista borrosa de aquel lago que se alzaba con impotencia sobre mi. Volteando mi atención al menor de mis problemas. Un sonido. Una llamada con la melodía más impactante y su descripción era la misma que yo tenía enfrente "Claro de luna", Debussy ya estaba harto. Y como siempre esperé la voz gruesa y apagada, esculpida en el sonido más bajo, sin embargo, se produjo en otro tono, un tenor tan reconocible y pronunció unas palabras que me hicieron temblar..."Buen trabajo" dos simples palabras llenas de significados ocultos, temiendo a la verdad consumida en mis manos. Llenas de escarlata sangre.
La culpa fue la siguiente etapa.
Pude haberme arrepentido, sin embargo, tomé los sobres amarillos que descansaban en el asiento trasero, se alzaba ante mi como la culpabilidad inquisitoria de mi juicio, me quemaba el tocarlos, releer esas simples palabras cargadas de un sangriento desenlace. Toqué su nombre, su presencia fantasmal sobre las letras marcadas "Jeon Jungkook" susurré en lo vacío de mi coche e hicieron eco las siguientes palabras "Asesino asignado... Kim Seokjin".
Lo maté...
Mis manos se tiñeron de rojo y con desesperación comencé a frotarlas en mi abrigo, las enormes manchas eran imborrables.
Y sólo viajé hacía la guantera. Acaricié aquella arma dormilona pasando mis dedos cautelosamente en busca de un artefacto aún más maligno.
Saqué un cigarrillo junto a un encendedor, dibujé su relieve sobre las alas hasta el cuerpo, esas siglas me tenían acorralado, al igual que esa mariposa. Horrible. Fue mi único pensamiento al ver esa basura. Y sólo lo encendí. Dejándome consumir como aquellas llamas, cómo aquel danzante calor lleno de ilusión, con tenues colores iluminando y acariciando mis dedos.
Era el momento.
Le prendí fuego a esos sobres amarillos.
Comenzaron a consumirse con una rapidez necesaria de desaparecer sobre mi rostro siniestro de mi dolor interno, se consumieron como mi corazón recordando cada minuto atrás. Sus ojos llorosos y alegres al verme. "Hazlo" me dijo, y no pude controlar mis ganas de desaparecer como su figura lo hizo ante mi.
Veía su rostro en cada parpadeo. Se tatuó su rostro en la imagen con la que torturaba mi mente. Hasta que me despertó de mi sueño en vida el ardor del fuego en mis dedos. La calidez de sus manos...
Arrojé aquellos pedazos de mi cordura sobre la maleza. La lluvia seguía tenue y apagó el fuego de mi corazón.
Y la muerte fue la tercera etapa.
Decidí no esperar más y destruir la pesadez de la muerte.
Caí como aquellas gotas, cómo aquellos lamentos de lluvia hacia el lago. No hubo opción. Pisé el acelerador con sutileza sin tomar el volante y dejé que la lluvia se colara como copiloto de mi cordura, sentí la belleza del rocío sobre mi rostro limpiando la culpabilidad, anhelando la tristeza como parte mía. Tomé las llaves del auto y las aventé lejos. Observé la foto colgante en mi auto y el bello anillo en mi dedo, besando la calidez de la ira consumida.
Estuve seguro de tocar delicadamente el acelerador. Poco a poco recorrí el paso de mi muerte.
El lago estaba de acuerdo conmigo, me dio la bienvenida cuando la llanta delantera tocó sus finas curvas.
Y pisé hasta el fondo.
No supe que era una frase literal hasta ver cómo se formaban cascadas en las ventanas al interior del auto.
Sólo cerré los ojos y evité la ansiedad continua.
Los abrí y fue una tortura el peso del agua en mis piernas. Mis manos estaban frías, mis labios morados del frío vaho tiritando con miedo y astucia. Golpeé una y otra vez la puerta de salida, sin embargo no hubo retorno en esa decisión fría.
Hasta consumirme en mis gritos ahogados.
• ─𖥸─ ·
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Espero que les haya gustado esta introducción a una nueva historia. Estará llena de giros, drama y romance. Será apocalíptica llena de distintas ideas. Me gustaría que siguieran está historia, muchas gracias.
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