Epílogo

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Ryder estaba en el balcón de la nueva casa, mirando hacia el exterior, cuando sintió una mano en su espalda, y sin verla supo que era Helen.

—Esta casa no me gusta— confesó ella.

La casa era en la cima de una colina, había mucho frío porque era época de nieve, así que vivir ahí era un estrés.

—Ya vendimos la otra, no tenía caso seguir viviendo ahí, sin Kira, sin Vivian.

Hacía ya cuatro meses desde la muerte de Vivian, y aún se sentía muy reciente.

—Lo sé.

Durante el funeral, Ryder no se despegó ni un solo momento de su ataúd. Nunca lo vieron llorar, ni gritar, pero sí lo hizo, cada noche después del entierro, cuando nadie lo veía ni escuchaba.

Él pensaba que si esto fuera un libro, los lectores podrían volver al primer capítulo para saber de ella, otra vez. Pero, él no puede hacerlo. Él no puede retroceder al primer capítulo.

—He estado tan concentrado en mi propio dolor que no me he dado cuenta de que a los demás también les duele— él la miró finalmente—, lo siento mucho Helen.

—Ella querría vernos felices, no así— suspiró.

Y cuánta razón tenía la rubia, pero en donde sea que estuviera Vivian, ella estaba en paz porque los chicos estaban bien.

—Es que me siento culpable, si Thaniel y yo no hubiéramos peleado afuera del psiquiátrico...

—Lo bueno es que ustedes ahora tienen muy buena conexión. Él mismo dolor los ha unido.

—No lo sé...

—Viv necesitaba descansar, Ryder, era su momento.

—La extraño— él soltó una lágrima, ella soltó dos.

—Yo también y no sabes cuánto.

—Era el amor de mi vida.

—Lo sé. Y el amor de mi vida eres tú.

—Helen...

—¿Por qué nunca podemos hablar de esto?

Helen muchas veces tocaba el tema de sus sentimientos, pero Ryder la esquivaba, como una flecha. Supongo que por miedo a reemplazar a Vivian.

Pero, en el fondo sabía, que Vivian era irremplazable.

—Porque no quiero que ocupes su lugar.

—Yo tampoco quiero ocupar su lugar, quiero hacer un lugar nuevo, uno para mí.

—Tú tienes un lugar, como mi amiga.

—No quiero tu amistad, y sé que tú tampoco quieres la mía.

—No la quiero cuando te pones así de insoportable— eso hizo que ella soltara una risa.

Al fin, una risa de Helen, en mucho tiempo.

—¿Tampoco hablaremos de lo que sucedió anoche?— Ryder le tapó la boca con su mano.

—Cállate. Anoche no sucedió nada— él la soltó.

—Te oí gimiendo mi nombre, estabas soñando conmigo.

—Detesto compartir habitación contigo.

—¿Ves? Ni siquiera lo estás negando.

—No soñé contigo, soñé con otra Helen.

Ryder mentía.

Durante esos últimos cuatro meses soñó pesadillas, pero, en la noche anterior, por fin tuvo un sueño cargado de paz.

Caos PerfectoWhere stories live. Discover now