PARTE #4

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PARTE #4

Teo vio al pequeño todo enjabonado tapándose sus partes, a simple vista no se había lavado muy bien su cabello al igual que su cuerpo, Teo agarro primero la esponja y la tallo en su espalda, no pudo evitar observar las nalguitas de Santiago, eran regordetitas recién las había notado, se sonrojó por observar esa parte así que volvió a lo que estaba ahí.

Cuando terminó con su espalda siguió con su pecho, sus brazos, estos a diferencia de sus nalguitas están eran muy delgadas, El mayor le pidió que estirara sus bracitos, el menor estiró un brazo mientras que la otra tapaba sus partes, en sus piernas las manos del menor no dejaban lavarlas, Teo amablemente le pidió que quitara sus manos.

- Teo: Santi, solo te estoy bañando, anda quita tus manitos.

- Santiago: [avergonzado] No, es que no puedo.

- Teo: ¿Por qué no puedes?

- Santiago: [avergonzado] Es que vas a ver mis cositas y...

- Teo: [sonriendo] Ay pequeño, Santi mírame como un hermano mayor, no te haré nada solo te estoy bañando, anda vamos.

El pequeño quitó sus manitos lentamente e hizo un puchero, para ser un niño de 11 años sus partecitas eran muy pequeñas. Teo no pudo evitar desordenarle su cabello mojado para distraerlo momentáneamente, con la esponja tallo sus piernas, seguido de sus nalguitas y con otra esponja le lavo sus partecitas.

Incluso Teo se sintió raro, limpiando las partes del pequeño, cuando terminó tanto el pequeño como Teo se sorprendieron y como no, resultó que el menor tuvo una erección, fue muy vergonzoso para Teo ya que se sintió responsable de ello. El niño todo curioso no pudo evitar preguntar.

- Santiago: [asombrado] Teo, mi cosita esta durita ¿Por qué?

- Teo: [avergonzado] Es difícil de explicar.

- Santiago: [curioso] Nunca me paso.

- Teo: [tratando de dejar el tema atrás] Bueno, ahora sigue tu cabello.

Para olvidar el asunto, Teo tomó el shampoo, empezó a masajear el cabello del menor, el jovencito estaba todo espumoso, el mayor abrió la llave, el agua dejó atrás a la espuma, y ahora se veía a un niño limpio, mojado y con una gran sonrisa.

- Teo: ¿Por qué tan sonriente, pequeño?

- Santiago: [sonriente] Poque toy limpito.

- Teo: [envolviéndolo en una toalla] Venga peque.

Teo lo cargo nuevamente, lo llevó a su cuarto, lo dejó en su cama y volvió con una nueva toalla para poder secarlo mejor. Ya bien seco, el mayor le esparció en sus piernas y brazos una crema con un aroma suave, la esparció incluso a su pecho, el olor le era confortable. Seguido, con la ropa que había sacado anteriormente, se la iba a poner.

- Teo: Muy bien Santi [agarrando él calzoncillo] piernitas.

El mayor le subió el calzoncillo, no era apretado, pero hacía notar las nalguitas del pequeño, Teo siguió con la playera, era manga larga, prosiguió con el short se la abotonó y puso los tirantes encima de sus hombros, el pequeño ya estaba casi listo, el mayor le puso unos calcetines anaranjados junto con los zapatos, le peinó y sin duda aquel pequeñito se veía muy distinto al niño que Teo conoció, todo descuidado ahora estaba ahí todo limpio y bien vestido. El mayor cargo al niño hasta el espejo del armario y sin duda el niño se veía como otro. Aunque se veía un poco infantil, no importaba él era un niño, su niño.

EL PEQUEÑO DE PAPIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora