Capítulo 10 Carmen

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Hola, me llamo Carmen, y entré en el orfanato Santa Catalina cuando tenía 26 años, y no he parado de maldecir el maldito día en el que entré aquí, ya que, en este sitio lo suelen pasar mal los alumnos, pero los profesores y profesoras como yo también podemos pasarlo bastante mal.

Al principio todo iba bien, yo tenía ahí mi sitio en el que era feliz, aunque fuese una simple profesora de biología y creo que tenía buena relación con los alumnos, a pesar de que la mayoría no eran felices allí.

Yo tenía las ideas bien claras, había que intentar hacer reír a los alumnos para que fuesen lo más alegres posible, ya que aquí hay gente que lo pasa muy mal, y si ves a alguien pasándolo mal, tienes que intentar solucionarle los problemas cuanto antes para que no sufran tantos.

Desgraciadamente, había gente con ideas muy distintas aquí. Una de ellas era la idea que tenía de educar la directora, ya que, a ella le dé igual la gente que se pasa las noches llorando por culpa de compañeros suyos que le hacen la vida imposible, ya sea pegándoles, insultándoles o ridiculizándose, eso a ella no le importa nada con tal de que siga con trabajo. Y yo a la gente que tiene pensamientos como este no los soporto, e incluso me peleé con ella alguna vez y estuve un par de veces a punto de cerrar el orfanato.

Pero la directora no era la única persona con la que no coincidía, había otra profesora que tenía un pensamiento distinto al mío. Se llama Ángeles, y al igual que yo ella pensaba que los niños tienen que vivir felices, ella pensaba que los niños no tenían que sufrir. Pero ella, en vez de intentar parar a los acosadores y a los abusones y ayudar a los débiles, lo dejaba pasar debido a que, sus ideas tenían menos valor que su puesto de trabajo, y era capaz de comportarse como si fuese otra persona siempre y cuando no le despidieran, con razón era la profesora más querida por la directora, ella siempre hacía las cosas para complacerla.

Y aunque estas dos personas me amargan la vida, no eran las únicas, ya que, la mayoría de profesores les daba igual lo que les pasara a los alumnos, si sufría, si lloraban, si realmente están mal; a ellos les daba iguala, y eso me dio a entender que estaba sola. Pero a pesar de que a la mayoría de la gente le daba igual, había un profesor que no es que le diese igual, es que le parecía bien que los alumnos sufriesen, le parecía bien que los alumnos llorasen, al igual que haya gente que se divierta con la tristeza de los demás, él se justificaba diciendo que así la gente aprende a hacerse valer y a ser más fuerte, según él así se mejoraba la autoestima o alguna tontería más.

Viendo todas las opiniones contrarias a la mía que había me di cuenta de que estaba sola, y de que, si quería cambiar las cosas, tenía que hacerlo sin ayuda.

Mientras yo estuve allí hubo varios casos de acoso y extorsión, la mayoría pasaban de largo, ya que la mayoría que eran castigados como se merecían era porque yo les pillaba. Aunque sí que hubo algún otro profesor que ponía castigos ridículos, así que en el fondo era como si no hiciese nada.

Había niños sufriendo durante toda su infancia sin que nadie hiciese nada, y desgraciadamente tiene pinta de que todo iba a seguir así, la única que no pensaba así era yo, pero no puedo con todos los abusones que hay aquí.

Aunque hubo muchos casos de abuso, pero de todos los casos que hubo, hay uno que nunca olvidaré. En dicho caso Rodrigo estaba al frente, Rodrigo era una de las cabecillas de una de las bandas de abusones de aquí más famosa, y casi siempre estaba por medio. Esta vez la habían tomado con un niño llamado Álvaro, un chico muy listo y aplicado, vamos, una víctima de las que no se suelen escapar. Les pillé en el baño pegándole puñetazos y patadas por todos los "amigos" de Rodrigo, y yo hice lo que tenía que hacer, les puse un castigo ejemplar y les obligue a que dejasen de hacer daño a la gente, ellos no respondieron a mis gritos y se fueron. Pero poco más tarde comprobé que no se lo habían tomado como yo esperaba...

Un día volviendo a la sala de profesores tras una clase normal, decidieron acorralarme unos veinte niños de la banda de Rodrigo que, solos no tenían mucha fuerza, pero unidos tenían mucha más fuerza que yo. Y me acorralaron en un pasillo vacío, en el que no había nadie para defenderme, y de un momento a otro salió de toda esa multitud Rodrigo, que con un cuchillo en la mano me amenazó diciéndome que, si no les dejaba en paz, la próxima víctima a la que le harían la vida imposible sería yo. Acabo de amenazarme, me pegó un puñetazo en la tripa y se fueron, dejándome sentada en el suelo y llorando a causa del golpe que me habían dado y del miedo que había pasado.

A los pocos días vino Álvaro a hablar conmigo, me contaba que le habían vuelto a pegar, que le habían acorralado en el baño y le habían dejado tirado en el suelo retorciéndose de dolor. Y me pidió que le ayudara tal y como lo hice la última vez. Y yo, con todo el dolor de mi corazón le dije que eran cosas de niños, que en el fondo querían ser amigos suyos. Nunca olvidaré su cara de tristeza al ver que estaba solo, pero cuando uno tiene miedo de que acaben con su vida tal y como la conoce, es capaz de hacer cualquier cosa.

Pasó el tiempo y yo estaba peor, veía como había niños que no paraban de sufrir, niños que perdían la ilusión que llevan dentro, y a la vez yo perdía la felicidad al verles, no soportaba ver a esas criaturas que tendrían que estar llenas de felicidad, pero en vez de felicidad, lo único que tienen por dentro es dolor y sufrimiento. Pero en unos días las cosas cambiaron, y vaya si cambiaron...

Hubo una vez que se metieron con alguien que les arruinaría por siempre, era un chico pequeño, se llamaba Andrés si no me equivoco. Era un chico que lo veías y tenía el aspecto de una víctima que no iba a dar complicaciones, pero vaya si les dio complicaciones...

Me enteré de que le pegaban porque les pillé un par de veces pegándole en los baños, pero el miedo que les tenía me impedía decirles cualquier cosa, así que no les dije y lo dejé pasar como siempre.

Ellos nunca se imaginaron como acabo reaccionando Andrés y es que, tras una ola de crímenes que acababa de pasar allí, decidió coger un cuchillo y matar a Rodrigo y a uno de sus secuaces, así es como él hizo justicia, pero no todo en esta vida es justo, y Andrés, después de matarles, decidió clavarse ese cuchillo acabando con su vida, y dejando en el suelo el cuerpo de alguien que se había pasado toda su vida sufriendo en silencio.

Con este acto Andrés consiguió dejarme una mancha dentro de mí que nunca seré capaz de quitar, ya que, yo sigo viva porque no me atreví a enfrentarme a ellos, pero sí yo me hubiese enfrentado a ellos, ahora sería yo la que estuviese muerta, y él estaría vivo y disfrutando de su infancia como cualquier niño normal.

Desgraciadamente, la vida no te da lo que te mereces porque, aunque ahora Rodrigo este muerto, Andrés también lo está, y yo no, que es lo que me merecía. Y a Ángel casi le mata nadie sabe quién, le encontramos casi muerto en un pasillo, con sangre por todos lados, y aunque no muriese, también se lo merecía. Y yo, aunque aún estuviese viva, decidí irme de ese sitio donde solo han conseguido amargarme la vida, y acabar con muchas otras.

La Soga De La InfanciaWhere stories live. Discover now