Capítulo 23

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Maratón 3/3

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Maratón 3/3

Ha pasado una semana exacta desde mi cita con Yann. Una semana maravillosa donde hemos pasado más tiempo juntos.

Hoy es sábado familiar, así que toda mi familia materna se encuentra reunida en mi hogar. Yo ya estaba al volverme loca por el ruido, por lo que sutilmente salí de la casa sin que se dieran cuenta. El plan que tengo en mente es caminar un poco hasta la hora de la cena, donde si notarán mi presencia. Necesito pasar un rato a solas y reflexionar en varias cosas.

(...)

Camino y pienso, pienso en todo lo que pasó desde que mis padres me obligaron a asistir a una escuela presencial. Tengo amigos, un casi novio, hablo con más facilidad y por primera vez en mi vida me siento comprendida. Claro, aunque no me guste, le miento un poco a mis amigos. Pues ellos conocen sobre un trastorno de ansiedad, pero no cuál y ni siquiera, para mi suerte, han preguntado sobre él. Me siento respetada en ese aspecto, sé que al menos Leyla me da mi espacio. Paso más tiempo con ella comparado con el que paso con Franco y Mael y no es boba como para no darse cuenta de muchas cosas de mi personalidad que no son normales.

Además de que una vez casi tengo un ataque de pánico en frente de ella. Fue algo tonto, pues simplemente nos dirigíamos a por un helado luego de que terminaron las clases cuando de pronto nos encontrábamos en medio de una protesta en contra de algo relacionado con una empresa textil, por la que, justamente, teníamos que pasar. Sé que moría por preguntar; pero, no obstante, no dijo nada.

Mantener mi trastorno y hablar con libertad me es difícil. Y el no decirles el porqué de muchas cosas (porque me hago pasar por sorda muda en la escuela, por ejemplo) a mis amigos, suma un peso en mi conciencia exorbitante y abrumador.

Quisiera que no fuera así, que tuviera ese valor para exponer mi mutismo selectivo a esas personas que me han demostrado su apoyo, amistad y miles de cosas más. Mentirles es uno de los demonios que vagan por mi cabeza.

(...)

Pago el algodón de azúcar al señor y le agradezco en un murmuro. Localizo un banco a lo lejos del parque, bastante apartado, y me dirijo a el. No tengo miedo de que me rapten por estar tan lejos de la vista de las personas. Soy tan simpática (sarcasmos, obviamente) que me devolverían al instante. Además, que si intentan el secuestro les doy un buen golpe, no tengo miedo, también he visto muchas pelis y series de acción que me sirven de entrenamiento. Sí, soy bastante valiente.

Veo a los niños correr de un lado a otro mientras como la delicia que está en mis manos.

—¿Qué hace una dama tan bella en este lado del parque tan solitario? —Pregunta detrás de mí una voz gruesa, claramente de hombre, a mi oído, tan cerca que incluso siento su aliento. ¿Dije que soy valiente? Pues lamento decirles que mentí, que del susto acabo de dar un buen salto en el lugar y lo poco que queda del algodón de azúcar se encuentra en el suelo. —Jo, y yo que te pensaba pedir. —Esa voz yo la conozco... Giro la cabeza despacio y me encuentro a un risueño Yannick. Claro está que se refería al algodón de azúcar con su comentario.

Una sola palabra: INCOMPRENDIDA   [Completa✓] #1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora