Capítulo 10

33 21 70
                                    

—¡Alaia! —el grito de mi madre en mi oído me sobresalta de tal forma que me despierto agitada

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—¡Alaia! —el grito de mi madre en mi oído me sobresalta de tal forma que me despierto agitada.

—Jo, mamá. Que susto me has dado —me pongo una mano en el pecho tratando de controlar la respiración.

—¡¿Tú has visto la hora que es?! ¡Vas a llegar tarde! —me grita y me levanto de un salto de la cama al ver la hora.

¡Dios, voy atrasadísima!

Corriendo me aseo. Salgo de la habitación vestida con un leggings negro de tela gordita y un buzo ancho que tiene pintado la cara del gato de “Alicia en el país de las maravillas” con la frase: “No estoy loca, mi realidad es distinta a la tuya.” Unas converses altas blancas como calzado. Y mi pelo, que lo dejé suelto, lo acompaño con un gorrito, negro también. No sé porque hoy me desperté con frío. Tomo la mochila y corriendo bajo las escaleras. Ni siquiera me despido de mamá, puesto que tenía que correr, literalmente, si quería llegar justo.

Corro como si mi vida estuviera en peligro, como si huyera de un secuestrador o asesino. Nunca había sentido tanta adrenalina en mí, nunca había corrido tanto, hoy me doy cuenta de que estoy un poco sedentaria, mi respiración no deja de cortarse.

Para acabar de completar, cuando estoy justo al llegar a la entrada de la escuela, por no mirar justamente al piso, me tropiezo con no sé que y termino rodando. Paro de rodar una vez estoy frente a la puerta del instituto. Un silencio sepulcral se hace presente, y es ahí cuando me doy cuenta de que los pocos alumnos que quedan afuera me han visto. Me levanto con dignidad, tratando no dejar a la vista que esta quedó en el piso, me aliso la ropa negra y entro.

Camino por los pasillos con la frente en alto, cojeando un poco del pie izquierdo, debido a que me duele la rodilla por un raspón ocasionado en el tropezón. Al llegar al salón, toco la puerta. Es la profesora de Ciencias la que me recibe, que, luego de suspirar, me deja entrar.

—Estás cojeando, ¿estás bien? —asiento a la pregunta que me ha hecho Franco.

(...)

—Aquí tienes la bandita, puedes entrar al baño a ponértela. Te va a doler más el roce al subirte el leggings —asiento con una sonrisa pequeña a la enfermera.

Entro al baño y me quito el leggings dejándome ver el no tan grave, pero si incómodo, raspón. Tengo un poco de sangre seca, que por suerte no traspasó la tela, así que la limpio y dejo la zona limpia para ponerme la bandita. Cuando termino, salgo del baño y pienso ir a agradecerle a la enfermera; pero escucho que habla con alguien:

—¿Cómo amaneció mamá hoy? —pregunta la enfermera a alguien que no sé quién es, aún no llego a donde están, solo escucho las voces.

—Amaneció mejor, anoche no le dio fiebre. Solo un poco de tos —esa es la voz de Leyla.

—Hoy me esperas para irnos juntas.

—Vale, tía —¿son familia?

Llego a donde están ellas y Leyla me saluda.

Una sola palabra: INCOMPRENDIDA   [Completa✓] #1 Where stories live. Discover now