—¿Viste los autos? ¿Recuerdas cuando te hable de estos?

—Sí, son más rápidos que los caballos.

—¿Lo son ¿verdad? Apenas demoramos una hora desde Rochester.

—Y la ciudad es más grande —observó—. Y alta.

Cuando él miró hacia los enormes edificios, ella miró con él.

—No te preocupes ¿sí? Son edificios muy seguros.

—¿Y por qué hay tanto ruido?

—Pues los autos hacen un poco más ruido que los caballos, mi amor y hay mucha más gente también. Mira, ahí está McDonald.

Le señaló el cartel de la M amarilla y empezaron a caminar en la acera de una de las grandes avenidas de la ciudad. Jonathan encontró que todas las calles eran de cemento y tenían líneas pintadas de formas muy curiosas, también se asustó bastante ante la cantidad de autos circulando y los cuales estaba seguro podían ser mucho más letales que un caballo si llegaban a atropellarlos. Algunos autos iban más rápido que otros y sus ruedas y estructuras de metal parecían pesadas y duras, no quería imaginar lo que podía hacerle a un humano si lo atropellaban, por lo tanto, su primer instinto fue alejar a Olivia de la orilla de la acera y arrastrar a Harvie de la chaqueta para que se pusiera junto a ella, también lejos de la orilla. Él decidió aguantar el miedo que los autos le provocaban permaneciendo del lado que daba hacia la calle.

Lo segundo que le asustó era la explosión que retumbaba cuando un caño de escape dejaba escapar una nube de humo. Las primeras veces pensó que podría ser un cañón y señal de peligro y después de un par de veces y de que Olivia le explicara cada vez qué era, se acostumbró.

Cuando llegaron al McDonald, cruzaron por un amplió espacio donde se encontraban los autos descansando o estacionados como Olivia le había explicado y ella abrió la puerta de cristal que llevaba al interior del restaurante. Era colorido, como todo parecía serlo en esas fechas, había música sonando y aunque Jonathan buscó por la banda, no encontró a nadie que tuviera instrumentos. Las luces eran demasiado brillantes para su gusto y detrás del mostrador encontró unos carteles muy extraños que también brillaban como las luces y mostraban todos los precios y las comidas.

—¿Pido el desayuno?

—Yo creo que deberías pedir un poco de todo para enseñarle a Jona, suponiendo que podamos pagarlo.

—Podemos, nos iremos en unos días y todavía tenemos bastante dinero.

Jonathan quiso acompañar a Olivia para pagar por todo lo que compraría, pero Harvie le llamó para elegir una mesa.

—¿No deberíamos acompañarla?

—Nah, ella puede pagar sola.

Se sentaron en una mesa y Jonathan se giró en la silla para intentar encontrar la fuente de todos los sonidos. Ni siquiera estaba seguro de poder llamarle música. Terminó encontrando una caja extraña que se encontraba en el lado opuesto de la habitación y Harvie le explicó que se trataba de una rocola, la forma más común de poner música en los locales por esas fechas.

Pero no sonaba como la música a la cual Jonathan estaba acostumbrado y no le gustaba mucho.

—Te veo bastante tranquilo.

—Por dentro estoy entrando en pánico —confesó mirando a su alrededor—. Es muy diferente, mucho más de lo que había imaginado con las cosas que Olivia me contaba...Y nadie tiene un acento ¿por qué nadie tiene un acento?

—Lo tienen, solo no tan marcado e incomprensible como el tuyo.

—¿Disculpa? Mi acento no es incomprensible.

Vidas cruzadas: El ciclo. #2 COMPLETA. +18. BORRADORDove le storie prendono vita. Scoprilo ora