Su amor ha demostrado ser más fuerte que aquellos obstáculos en el camino, pero su historia apenas comienza. Después de sobrevivir a una guerra y otros eventos que han puesto a prueba su unión y lealtad, Jonathan y Olivia se enfrentan a nuevos desaf...
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02 de marzo 1880. White Oak Lands, Minnesota.
Olivia se metió en la cama con Jonathan cuando terminó de ponerse su pijama en el vestidor con la ayuda de Cate y empezó a cepillar su larga melena mientras él leía un texto acostado a su lado.
—¿Hablaste con Amelia?
—Sí, está un poco mejor, pero bastante avergonzada —explicó en lo que empezaba a trenzar su cabello—. Realmente no entiendo porque Courtenay tenía que usarla de esa forma, que ganaba haciéndole tanto daño.
—No lo sé...Tal vez yo tendría que haber hecho algo más.
—No, de nada serviría si lo hubieras golpeado. Tan solo habrías causado más conflicto para Amelia y no queremos que todo el mundo hable de esto por el resto del año —. Soltó la trenza sin abrocharla al final y dejó caer ambas manos entre sus piernas—. Solo espero que la gente no la moleste con esto por mucho tiempo, Amelia no necesita más angustia.
—Necesita un hombre que la ame.
—¿De verdad acabas de decir eso? Guau... —. Se rio y lo miró impresionada—. ¿Quién diría que reconocerías semejante cosa con respecto a tus hijas?
—No me alegra, ángel, pero sé que ella ya es una mujer y esta cada vez más cerca de los treinta. Necesita un hombre en su vida, también se que ella quiere uno, tan solo lamento que sea terca e inmadura y no escuche mis consejos cuando se lo digo. Le dije que había algo sospechoso respecto a Courtenay.
—Sé que sí, amor. Sé que lo hiciste.
—¿Y que hizo ella? Enojarse conmigo, por supuesto. Como si fuera sorpresa —. Cerró su libro para dejar la lectura a un lado y dejó que Olivia se recostara en su hombro—. Pareciera que solo sirvo para enfurecer a mis hijas.
—No es verdad, cariño, ellas simplemente están un tanto alteradas por todas las presiones. Cumplir veinte años es difícil para una mujer...Y cumplir treinta sin un marido, pues ni te cuento.
—También lo es para nosotros, Olivia. ¿Cuántas veces he hablado ya con Oliver para que despose a Alice? O a quién sea, me da igual, tan solo necesito que se case y me de herederos.
—Sé que es complicado para ustedes también, amor, pero...Hay una pequeña diferencia —. Jonathan la miró, consciente de que fuera lo que dijera a continuación, lo haría replantearse todo lo que acababa de decir—. Las mujeres solteras son mucho más propensas a vivir en la pobreza, lo cual claramente es un argumento a favor del matrimonio y sin duda beneficiaría demasiado a una mujer en situación de calle o una sirvienta...como, por ejemplo, Alice. Pero nuestras hijas, ellas no serán beneficiadas por un matrimonio, no ganarán nada que ya no tengan gracias a ti, por lo que deben elegir bien o podrían perder todo lo que tu ya les has dado... No son tontas, amor, saben exactamente lo que les espera de cometer un error y elegir al hombre equivocado.
