O2 ── A.M

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Reviso de nuevo que todo esté en su lugar en caso de emergencia, cerciorándome de no dar un paso en falso. No importa lo que Holly diga, puede que las personas buenas existan, pero nunca es demasiado si se trata de protegerte, en especial si eres una mujer.

¿Qué si compré el gas pimienta? Por supuesto que lo hice.

Después de recuperar un par de horas de sueño, seguido de un desayuno perezoso, mi amiga deja el departamento, debe volver al trabajo al mediodía y yo debía seguir en mi labor de amueblar y organizar mi nueva estancia.

No obstante, detuve mis planes para hacer una compra de vital importancia, bueno... Un par, también necesitaba un poco de comida para la nevera, todavía no buscaba trabajo —tenía lo suficiente para subsistir cerca de un mes— de igual forma no podía dormirme sobre mis laureles así sin más. Mis ahorros se seguirían reduciendo si no dejaba de comprar comida a domicilio, aunque la comida rápida era una gran tentación por su precio, no iba a dejar que mis habilidades culinarias se oxidaran. Eso y que cocinar me resultaba bastante terapéutico.

En fin, tenía en mi poder un gas pimienta que no necesité usar. Al día siguiente no hubo ni un atisbo de aquel hombre que vi, así pasó un día, otro más y de esa manera el incidente fue perdiendo relevancia, mañana cumpliría una semana en el edificio y hasta el momento todo parecía normal. Tal vez después de todo si asusté al ladrón.

—¡Esta salsa es tan buena!

Le sonrío a Jaime, feliz de que disfruten mi comida.

—¿Están seguras ustedes dos de que ninguna necesita una compañera de cuarto?

Holly se ríe dejando caer su peso al lado en el hombro de Alicia, de manera cariñosa.

Conocía a Alicia desde los once años, fuimos a la escuela juntas, nos separamos cuando el chasquido se llevó a mi padre y a mi hermano, al igual que ella perdió a su padrastro, ella y su madre dejaron la ciudad cuando sucedió todo eso. Un par de semanas más tarde de la catástrofe, conocí a Holly solo eran ella y sus abuelos —ninguno se desapareció, gracias al cielo— sumida en mi tristeza ella fue un pilar para mí desde entonces, ella sin haber perdido a nadie fue la mejor persona que pude conocer, siempre empatizando con el dolor de los demás. Un par de años más tarde, las tres ahora somos buenas amigas.

—Mi casa es mucho más pequeña que esto —dice Holly con pesar.

—Me refería a que vivieran conmigo —dice Alicia divertida—, hay dos habitaciones vacías y ya saben que odio cocinar.

—Puedo tomar el sofá —le dice Jaime a Holly con un juguetón guiño, luego me mira y moviendo las cejas prosigue—, si me pones cartón en el suelo fácilmente podría...

— ¡No empieces, hombre!

Animada por el sonido de las risas, comienzo a recoger los platos que ya están vacíos. Con mucha ayuda de parte de Jaime y Holly, logramos que el departamento luciera más cálido, los anticuados sillones seguían ahí, no obstante Alicia y Holly habían conseguido un par de cortinas que le daban una apariencia elegante como el vómito de comer estilo bohemio y estilo clásico al lugar. Mi habitación era la única que permanecía siendo un caos parcial, en una esquina estaban desparramadas todas las cajas que tenían nombres familiares escritos. Aún no tengo el valor de abrirlas.

A.M. ✦ Bucky BarnesWhere stories live. Discover now