Capítulo 15

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—¿Cómo te sientes? ¿Mejor?—Toqué su frente intentando ver si aún tenía fiebre.

—Supongo.—Suspiró, y cerró sus ojos.

—¿Quieres qué te prepare algo? Creo qué te haría bien una sopa...—Mi corazón latió con fuerza cuándo lo vi sonreír con sinceridad.

Asiente murmurando un <Hmm> en afirmación.

—No tardo.—Murmuré intentando contener mi felicidad.

Dahn asintió nuevamente, y sus ojos se relajaron.

Busqué todos los ingredientes con una sonrisa, quería a este Dahn todos los días.

Rápidamente prepararé su sopa, o fue mi felicidad qué me hizo ver el tiempo pasar así de rápido.

Fruncí en ceño al sentir el típico olor a humo emanar de la habitación.

—¿Estás fumando?—Pregunté con reproche.

—No, obviamente no—Respondió expulsando humo con una sonrisa.

—Deja eso, y come.—Me senté a su lado dejando la sopa en la pequeña mesa de noche.

—Las comidas saben mejor con cigarro, ¿sabías eso?

—No.—Respondo soltando una sonrisa.—Supongo qué no aplica para quién está enfermo.

—Ya me siento mejor, querida enfermera.—Sonrío ante ese apodo.

—Come, buscaré el termómetro.

Regresé con el termómetro en mis manos volviendo a tomar asiento en el mismo lugar.

—Déjame acabar el cigarrillo, ¿bien?—Me guiñó un ojo, y no puede evitar suspirar, pero finalmente terminé asintiendo.

—Tomaré tu temperatura.—Me levanté un poco tocando su frente, puse el termómetro en el lugar indicado, y volví a mi lugar.—¿Pasa algo?—Pregunté confundida al ver cómo me miraba.

No respondió, simplemente me siguió mirando de esa manera tan confusa para mí.

—Eirian.—Me llamó.

—Dime, ¿Qué pasa?—Me quedé callada un momento.—Dahn, ¿Qué haces?—Tragué saliva al sentir su mano adentrarse en mi falda, aunque esta claramente era larga, no sé cómo la había adentro ahí con tanta facilidad.

—Nada.—Sonrió ampliamente.—Sigue tomándome la temperatura.

Tragué saliva evitando la acción de contraer mis piernas cuándo su mano empezó a subir cada vez más.

—Creo qué aún tienes un poco de temperatura...—Murmuré con dificultad.—Dahn—Lo llamé al verlo tan concentrado en los movimientos de su mano.

—¿Te molesta?—Preguntó de repente, y mi respuesta fue una simple: ¿Qué?—Qué si te molesta, Eirian, ¿te molesta qué te toque así?—Repitió manteniendo sus ojos fijos en mi. 

—Yo...

Me gusta.

Me gusta qué me toques así, Dahn Min.

—Te molesta.—Aseguró.

—No, no me molesta en nada.—Lo detuve antes de qué sacará su mano de mi falda.—Me gusta.

—¿De verdad?—Preguntó, y cerró los ojos.—Nunca debes aceptar algo qué no quieres solo por alguien, eso no es amor, Eirian.

—¿Quién dijo qué no quiero? Solo me da miedo, y vergüenza...

Pecando Entre Sangre.Where stories live. Discover now