Cincuenta y uno. Luna de miel.

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SOFÍA.

Habían transcurrido seis días desde de la boda y hoy era el cumpleaños de Tom.
Estábamos de luna de miel en la Riviera Maya, en un espectacular hotel de aquella zona.

Me levanté de la cama, con sumo cuidado para que Tom no se despertara. La verdad es que, mi marido dormía tan profundamente que era imposible que se despertara.
Llamé para que nos subieran el desayuno a la habitación, pero quise que fuera un desayuno especial, debido al día que era hoy. Colgué y fui al baño para meterme en la ducha antes que viniera el desayuno.
Me duché rápidamente y salí, envuelta en el albornoz. Miré hacia Tom, quien se despertaba en ese instante.
- Buenos días, mi vida.- dijo y al verme como estaba vestida, añadió con una sonrisa- Buenas vistas, debo de añadir.
- Buenos días, cariño.- respondí.
Se levantó de la cama mientras yo cogía algo de ropa. Puso sus manos en mis caderas, deslizando una de ellas hacia el cordón del albornoz, para tirar de él.
- Tom...- empecé a decir mientras me besaba en el cuello- El desayuno estará por llegar.
- No importa, prefiero desayunarte a ti- dijo y noté como desabrochaba por completo el albornoz.
Colocó sus manos en mi estómago para empezar a acariciar mi piel desnuda. Apoyé mi cabeza sobre su pecho, dándole total acceso a mi cuello.
Cuando me quise dar cuenta, mi albornoz estaba en el suelo y Tom me besaba apasionadamente contra la pared. Deslizó una de sus manos por una de mis piernas para colocarla sobre su cadera, mientras que, con la otra se bajaba los bóxer.
- No sé lo que has echo en mí, Sofía- dijo a la vez que se introducía en mí.
Solté un pequeño gemido y me agarré más fuerte a su cuello.
- Tom...- suspiré.
Con un movimiento rápido, colocó mi otra pierna también en sus caderas, sintiendo así como se introducía más adentro de mí. Sus embestidas fueron más rápidas y yo creí que me iba a morir de placer.
-¡Dios, Tom!- exclamé casi a punto de explotar de placer.
Hundí la cabeza en el hueco de su cuello, mientras sentía que sus manos apretaban mi trasero, ayudándome a no caerme.
En ese instante, sentí como el placer llenaba mi cuerpo, apretando mis manos sobre su cuello.
-¡Tom!- gemí llegando al orgasmo.
Apreté, con la pocas fuerzas que me quedaban, las piernas alrededor de sus caderas. Lo sentí tensarse, para así, soltar un gruñido:
- ¡Sofía!- gritó llegando él también a la cima.
Me sostuvo de aquella varios minutos, hasta que nuestras respiraciones se normalizaron un poco.
Luego, con mucho cuidado, me dejó en el suelo y antes que pudiera decir algo, llamaron a la puerta:
-Señores Felton, el desayuno está listo.
- ¡Voy!- exclamé y vi como Tom me dio el albornoz y me susurró:
- No quiero que el camarero te vea así- y me sacó la lengua, para después dirigirse al baño.
Sonrió antes de entrar. Cualquier día me mataba. No lograba acostumbrarme a esa sonrisa, aunque ya fueramos marido y mujer.
Me abroché el albornoz y fui a abrir rápidamente. En la puerta, esperaba un chico con el carrito del desayuno. Le di las gracias y se marchó mientras yo introducía el carrito en la habitación. Lo acerqué a la terraza que había y puse las tazas y platos en la mesa que había allí. Entré en la habitación para llamar a Tom:
- Tom, el desayuno ya está listo.
- ¡Voy!- oí decir desde el baño.
Me senté mientras él venía. Empecé a servirme algo de café y Tom apareció con unos pantalones cortos en color beige y una camiseta azul. Lo miré de arriba abajo y sonreí. Mi marido cada día estaba mejor.
"Como el vino, cada año está mejor". Pensé.
-¿Y esa sonrisa?- preguntó Tom.
- No, nada, que estás muy guapo hoy.- respondí cogiendo mi taza de café y acercándomela a la boca.
- Tú estás mejor, Sofía. Y más sabiendo que debajo del albornoz no llevas nada- dijo levantando la ceja.
Hizo que me atragantarse con el café. Tosí y Tom me acercó un vaso de agua.
- La luna de miel te está afectando, Tom- respondí cuando me recuperé.
- Y mi esposa no ayuda yendo vestida así- siguió.
Esta vez me tuve que reír.
Desayunamos y antes de terminar, me levanté para ir por el regalo de mi marido. Lo tenía comprado desde antes de la boda, porque sabía que si no se me olvidaría comprarlo después.
Me acerqué a Tom y le dejé a su lado de la mesa un pequeño regalo. Me miró sorprendido y, mientras le daba un beso en la mejilla, le dije:
-¡Feliz cumpleaños, mi amor!
-¡Oh, muchas gracias, vida!- respondió cogiendo el pequeño paquete.
Quitó el envoltorio y luego abrió la cajita, que contenía un precioso reloj Rolex, que en el reverso tenía grabado nuestras iniciales y la fecha de nuestra boda.
- Es precioso, mi vida. No deberías de haberte molestado. - dijo Tom sonriendo.
-¿Cómo no regalarle algo a mi querido esposo?- dije sonriendo también y sentándome en sus piernas.
Pasó su mano por mi cintura, en un gesto para que no me cayera.
- Muchas gracias, de verdad.- dijo apoyando su cabeza en mi pecho- Te lo digo hoy y siempre, eres lo mejor que me ha pasado en la vida.
- Y tú también- dije.
Y volvimos a unir nuestros labios en un beso apasionado...

Los días pasaban entres baños en la playa, paseos por la misma y tomando el sol. Me encantaba ver a Tom tumbado sobre la tumbona, tomando el sol en bañador. Su piel se iba bronceado a medida que pasaban los días, al igual que la mía.
Creo que iba ser mi nueva imagen preferida de Tom, el verlo en bañador.

La última noche de nuestra luna de miel, Tom me llevó a cenar al restaurante que solíamos frecuentar esos días. Cenamos y paseamos, sin zapatos, por la orilla de la playa. Me encantaba sentir el agua en mis pies descalzos.
- Voy a echar de menos esto- dije mirando la inmensidad del mar.
- Yo también... Aunque podemos volver en alguna ocasión- dijo Tom pasando su brazo por encima de mis hombros.
- Si, podríamos...- suspiré.
La verdad, es que me había enamorado de aquel lugar y me gustaría volver algún día...
Aunque la vida estaba por darnos varias sorpresas en los próximos meses...

El volver a la rutina de siempre, llegó pronto. Pese a estar casada con Tom, no quise dejar mi trabajo, pues era mi pasión y así me distraía de estar todo el día en casa.
Desde que habíamos vuelto de la luna de miel, a Tom no paraban de llamarlo de muchos proyectos, cosa que me alegraba. Esperaba que hubiera alguno que le gustara demasiado para que lo aceptara.

TOM.
-¿Tres meses fuera?- exclamé cuando mi agente me llamó.- Luca, ¿cómo voy a estar tres meses fuera? Te recuerdo que me acabo de casar y me estás pidiendo que me vaya fuera tres meses. Dime al menos que mi esposa puede venir conmigo.
- No puede ser, Tom. Sofía no puede ir contigo. Los gastos solo cubren los tuyos.
Suspiré.
- Yo puedo cubrir los gastos de Sofía allí. No me puedes pedir que deje a mi esposa aquí tanto tiempo sola...- dije a medio suplicar.
- Tom, es el mejor proyecto que se te han presentado desde hace mucho tiempo. Habla con tu esposa, ya sabemos que es comprensiva. Además, podrá ir a verte a Australia, pero no todo el tiempo del rodaje. Ya sabes que son reglas del equipo de producción.- explicó Luca.
Suspiré de nuevo.
- Está bien... En cuanto hable con ella, te llamo. La verdad, es que es un gran proyecto y pagan demasiado bien. Lo pensaré y cuando hable con Sofía, ya te digo lo que decida.- dije.
- Perfecto. No dejes pasar mucho tiempo, Tom. Ya sabes que te quieren para ese papel.- insistió Luca.
- Lo sé... No te preocupes, pronto tendrás noticias mías. Nos vemos pronto, Luca- dije a modo de despedida.
- Vale. Hasta pronto, Tom- se despidió y colgó.
Suspiré de nuevo.
- Tres meses fuera, en la otra punta del mundo- dije pasándome una mano por la cara.
Y ahora quedaba lo más difícil, el decirle a Sofía sobre este proyecto y sobre todo, el que ella no me podría acompañar durante todo ese tiempo si lo aceptaba.
Tendría que encontrar el momento adecuado para decírselo.
Esperaba que no reaccionara mal...

Holaaaa!!! Qué tal estáis??
Perdonar si tardo en actualizar esta historia, se me hace difícil escribir estos capítulos, pues quiero hacerlos tan bonitos y especiales que os gusten tanto como los demás.
Muchas gracias por vuestro apoyo!!!
Sois las mejores.
Os quiero!!!?
😍😍

Dulce Amor (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora