Veinticinco. La invitación al cumpleaños.

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Los días pasaban y abril llegó. Yo cada día estaba mejor. Christine se ocupaba de la tienda. Una compañera de clases, con la que me llevaba genial, estaba ayudándola allí. Al menos, no estaba sola, más que nada porque me daba miedo ahora que Chris estaba embarazada.
Entre las dos llevaban muy bien el negocio.

Yo por mi parte, me pasaba los días en casa de Tom leyendo. No me dejaba apenas moverme del sofá o de la cama, si no era necesario. Me gustaba verlo por la casa de un lado a otro. Si tenía que salir para cualquier cosa, avisaba a alguno de sus hermanos o al mío propio para no dejarme sola. A estas alturas de la relación y, aunque solo llevábamos tres meses juntos, ya conocía a sus hermanos y a sus padres. Las circunstancias que habían pasado, motivó a que los conociera antes.
Aquella mañana de martes, salió hacer unos recados y quería llamar a mi hermano para no dejarme sola. Tuve que insistirle que estaba bien. Las costillas ya no me dolían. Podía estar sola un par de horas.
- No quiero dejarte sola- dijo Tom mientras se ponía los zapatos.
- Estoy con Willow. Cerraras la puerta con llave. No tienes porque preocuparte. Estoy bien. - respondí. Estaba tumbada en la cama y no tenía intención de levantarme aún.
- Está bien. Yo no tardaré. - dijo mientras se levantaba.
Me incorporé un poco y gateé hacia él. Me incorporé sobre mis rodillas. Lo sujeté del cuello de la camisa.
- ¿Sabes lo guapo que estás con una camisa?- dije jugateando con un botón.
- ¿Y cuando no estoy guapo para ti?- dijo riendo y dejando sus manos sobre mis caderas.
- Tienes razón.- reí yo también- Pero hoy estás demasiado guapo.
Coloqué mis manos en su cara, atrayéndolo hacia mí para besarlo. Me siguió el beso. Noté en mi interior como empezaba a surgir ese calor que hacía semanas que no sentía. Tom no me había tocado ni había echo referencia a nada desde que me pasó aquello. Dormíamos juntos, pero hacíamos nada.
Mis manos se deslizaron hacia su cuello y las suyas, me apretaron hacia su cuerpo. Sabía que él quería al igual que yo.
Terminó el beso y mi respiración, ya estaba alterada. Él me miró sonriendo y me dio un corto beso en los labios.
- Me tengo que ir, mi vida.- dijo soltandome.
Me senté en la cama, algo frustrada. Me cruce de brazos mientras lo veía coger su chaqueta. Se reía. Sabía muy bien que nos había dejado a los dos con la miel en los labios.
- Luego nos vemos, Sofía- dijo y volvió a darme un beso ligero en los labios.
Rió ante mi cara de pocos amigos. Justo cuando salía por la puerta del dormitorio, le dije:
- Me las pagarás, Felton.
Cerró la puerta y lo oí reírse. Volví a tumbarme en la cama y cogí mi móvil. Desde  luego, había veces que admiraba como se contenía Tom. Sin duda, no podría decir que no fuera buen actor.

Tom llegó a eso del medio día, justo cuando yo salía de la ducha. Me puse ropa cómoda y bajé a su encuentro. Estaba en la cocina.
-He traído algo de comida.- dijo después de saludarme con un beso en los labios.
-¡Estupendo!- dije y aplaudí mientras me acercaba a ver qué había traído de almuerzo.
En las bolsas, había algo de carne, de verduras y también trajo de postre tarta de queso.
Saqué varios platos para repartir la comida. Él fue a la nevera para sacar una botella de agua mientras yo repartía la comida. Almorzamos, como de costumbre, en la cocina.
- ¿Cómo te encuentras para ir a un cumpleaños?- me preguntó mientras se sentaba.
-¿Un cumpleaños, de quien?- pregunté extrañada.
- Emma nos ha invitado a su cumpleaños. Va hacer una cena con los amigos y las parejas de estos. Y es obvio que no te voy a dejar atrás. Si no te encuentras bien para eso, la llamo y le digo que en otra ocasión será.
- Me encuentro bien, Tom. Los moratones han desaparecido casi por completo, ya ni se ven. Y las costillas están casi curadas. Me parece bien ir. Además, si yo no voy, tú si puedes ir. Es tu amiga, no pondrías hacerle eso.
- Tú eres mi novia y mi prioridad. Emma es comprensiva y podríamos quedar otro día con ella.- dijo llenando su vaso de agua.
- No le puedes hacer ese feo- repetí- Podemos ir sin problema, pero eso hay una cosa- dije con una sonrisa nerviosa.
- Dime- dijo arqueando las cejas.
- No tengo ropa adecuada. Está en casa. Y no creo que ir con ropa de estar por casa o con alguna de tus sudaderas sería lo propio.- respondí.
- Con mi ropa te ves muy bien, Sofía- rió y luego añadió ante mi cara de querer matarlo- No te preocupes, llamamos a tu hermano y que te traiga algo o simplemente, te compro lo que haga falta.
- Tom...- dije en tono de advertencia.
-¿Qué he dicho?- dijo como si no entendiera nada.
- Ya sabes que no me gusta ser una mantenida.
Se levantó y se plantó delante de mí. Me cogió de la barbilla, levantando así mi cara hacia él.
- No eres ninguna mantenida. Eres mi novia y quiero consentirte en todo. ¿O no vas a dejar a este viejo de treinta y cuatro años consentir un poco a su maravillosa novia de veinticuatro?- dijo alzando las cejas.
Me reí.
- No eres ningún viejo. No digas esas tonterías.- respondí y lo abracé por las caderas.
Él me soltó y me abrazó también.
- Anda, terminemos de comer y cuéntame algo más de ese cumpleaños- dije mientras nos soltabamos del abrazo.
Se volvió a sentar en su sitio y comenzó a hablar.
- Emma va hacer una cena, como te he dicho. Y quiere reunirse con los compañeros de rodaje de Harry Potter en esta ocasión. Me ha dicho que vamos a ir unos cuantos, los que estemos más cerca. Ya en otra ocasión, haremos una reunión más grande.
- ¿Una cena de amigos? - pregunté.
Él asintió.
- Me da algo de vergüenza, Tom, sinceramente. Pero bueno, estás tú ahí y ya está. Yo no estoy acostumbrada a rodearme de famosos.- dije con una risa nerviosa.
- No te preocupes. Verás que todos son muy amables.
- Vale. ¿Y cuándo sería la cena? - pregunté.
- Este sábado.
- Está bien, llamaré a Andrew para que me traiga las cosas de casa- vi como abría la boca para decir algo- No, Tom, no voy a dejar que me compres nada teniendo yo ropa.
- Vale, me rindo- dijo y rió.
Terminamos de almorzar, recogimos los platos y nos sentamos en el sofá para ver algo en la tele. Aproveché para llamar a mi hermano para decirle que ropa me tenía que traer de mi piso.
No me atrevía a ir allí desde que pasó aquello. Sé que en algún momento tendré que volver pero de momento, prefería no hacerlo.

Dulce Amor (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora