Capítulo 22

4.5K 397 21
                                    

 

~Ney~

—En serio Ney, no entiendo que hacemos aquí —Dijo con malestar Sid, la fulmine con la mirada.

— ¿Realmente aun no entiendes que hacíamos aquí? —Pregunte con ironía, mirando alrededor del bar donde nos encontrábamos.

—Sí, pero…

—Entonces ¿Por qué preguntas?

 —En todo este tiempo, ni siquiera has hablado con él, ni una sola vez. ¡No entiendo! —Exclamo con gesto desesperado. ¡Tonta! Ni siquiera era capaz de disfrutar de todo lo que le daba gratis. ¡Qué desperdicio!

—Sid —Dije con voz tranquila, intentado controlarme. A veces no entendía porque tenía por amiga a alguien como ella. Bueno, en realidad si sabía, porque era fácil de manipular y bastante ingenua, también cocinaba de maravilla y podía pasar largas temporadas en su casa sin mover un solo dedo para limpiar. Aunque eso no le quitaba lo molesta que podía llegar a ser— Todo debe hacerse despacio y con calma, lo que más tarde en realizarse puede que dure más.

—Puede ser, pero no me gusta que estemos aquí todas las noches como si lo estuviéramos espiando.

—No digas eso. Aquí nadie está espiando a nadie.

—Entonces ¿Cómo se le llama a lo que hacemos? —De verdad que no entendía como le hacía para aguantarla.

—Solo intento aprender acerca de mi objetivo, eso es todo.

— ¿Y eso de que te sirve? No hemos logrado nada.

—Te equivocas, se mucho sobre él. Por ejemplo, sé que hasta el momento no se enrolla con nadie —Eso era algo extraño, pues tenía fama de ser un mujeriego. Pero hasta ahora, bebía solo y no se iba a dormir con ninguna mujer, a pesar de que estas le sobraban. Tenía que admitir que el tipo no estaba nada mal, tenía un cuerpo de tentación, grande y musculoso, bastante apetecible, pero ningún otro como Jae. Aunque él fuera su hermano, no tenía nada que ver con él.

— ¡Qué gran avance! —Farfulló Sid, con enfado.

—También se sus gusto en bebidas, el orden en que las pide, que hace mientras espera su trago, cuando le gusta beber y a qué hora se va a dormir.

— ¿Cómo rayos sabes todo eso? —Pregunto asombrada.

— ¿Quién sabe? —Conteste encogiéndome de hombros.  

—Veo que realmente lo espías —Solté una risa, ante su comentario tan infantil.

—Más bien soy observadora, querida —Me bebí lo que restaba de mi copa y me puse de pie— Es hora de irnos —Dije sacando un puño de billetes de mi cartera.

—Pero, él aún no se marcha —Esta noche no haría ningún movimiento, el bar estaba atestado de gente y no llevaba el atuendo apropiado. No era el momento más oportuno.

La Esposa de mi HermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora