2-Mala primera impresión

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Dos días después del funeral de Amelia, una amiga de la infancia que conocí a los cinco años. Las puertas del colegio volvieron a abrirse para seguir como si nada hubiera pasado, mamá y papá tuvieron que llamar a Jack, quien a pesar de la muerte de nuestra amiga, parece que esta bien o por lo menos mejor que yo, para que pudiera ir al colegio.
Tuve que ir obligadamente, a pesar de que el día por como estaba gritaba a que iba a llover.

La caminata hacía el colegio fue silenciosa, no tenía ganas de hablar y Jack sabía eso con tan solo ver mi expresión. En clases, el salón se veía más gris de lo normal, tal vez solamente sea mi percepción. En la mesa donde se sentaba antes Amelia, que era al lado mío, había un florero que contenía una rosa blanca.
El profesor había entrado hace rato y estaba hablando de algo, pero no le preste atención hasta que dijo que venía una nueva alumna. Mi mirada y la de los demás fue hacia la puerta que se estaba abriendo mientras que se escuchaba el chirrido de esta. Deberían de arreglarla.
Después de que la persona pasara, la puerta se cerro y en frente nuestro había una chica que traía su cabello planchado de color castaño, su piel no era pálido ni moreno, resaltando sus ojos que eran de color violeta, un color que rara vez se ve en ellos. Su atuendo consistía en unas botas marrones largas, pero no tanto, usaba un pantalón largo de color azul oscuro pero desgastado, una remera blanca y encima de ella tenía un chaleco de manga larga del mismo color que sus ojos.

-Bien, preséntate ante la clase -Dijo el profesor mientras la miraba-.

-Yo... me llamo... -Nos miro a todos mientras decía esas palabras- Lea, Mucho gusto -Dijo su nombre mientras hacia una reverencia-

Jack me susurro que quizás venía de intercambio de Japón. Algo que me pareció ridículo ya que casi nadie del país sabe sobre este pueblo, y mucho menos Japón. Además de que su nombre no era de ese país y ni siquiera habia dicho su apellido.

-¿Eso es todo? ¿Nada más? -Recibió un asentimiento de la chica- Ok, siéntate delante de... Layson -Me señalo-.

La chica solamente se dirigió al asiento asignado, pude ver como su mirada se poso por un momento en el florero que estaba encima de la mesa de Amelia, para luego sentarse y mirar hacía el frente mientras sacaba la carpeta, que era de color violeta, junto con una cartuchera.

El resto de la clase fue aburrida, solamente era anotar lo mismo que estaba escrito en el pizarrón y ya. Al finalizar, todos nos paramos para poder ir al recreo. Uno por uno salimos del salón. Tenía planeado ir a lo último ya que la verdad no tenía ganas ni de comer, pero Jack tenía otra idea así que me agarro de la muñeca para luego arrastrarme haciendo que corra junto a él. Pude hacerme una idea de a donde estábamos yendo. Mi teoría se confirmo al ver que Jack se sentó en el banco en donde nos sentábamos los tres antes del incidente. Como seguía agarrándome la muñeca, me tironeo para sentarme junto a él para luego soltarme y verme sonriente con los ojos muy abiertos mientras que yo lo veía desconcertado.
Paso un rato para que después la sonrisa de Jack cambiara a una de pesadumbre mientras miraba hacía el suelo.

-Perdón, se que lo último que quieres es recordar la muerte de Amelia y lo primero que hago es ir al banco a donde la pasábamos bien juntos -Era la primera vez que lo escuchaba serio, tanto que hasta me sorprendió un poco-.

-No-no te disculpes, se que para ti también fue difícil... -Le respondí, mi voz estaba media seca, por el hecho de que durante estos dos días no había tomado agua como lo hacía normalmente-.

Este lugar era muy pocas veces visitado por los estudiantes, por lo que cada mínimo ruido se podía escuchar, como si gritaras en una montaña.
Por esa razón, pude escuchar como Jack estaba apretando la madera del banco haciendo que sus nudillos casi se tornen blancos, le agarro una de sus manos haciendo que su puño se ablande para que después me mirase fijamente. Parecía no saber sobre lo que estaba haciendo, su boca se abría levemente para luego cerrarla y así reiteradas veces, solo lo seguía viendo serio, esperando a que hable. Esperaba cualquier cosa... cualquier cosa menos ver a mi amigo, que siempre sonreía, caerle lágrimas de los ojos. Se podía escuchar como moqueaba e hizo que le soltara la mano para intentar limpiar sus lágrimas, pero estas seguían cediendo.

Las cinco pesadillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora