Sí, eso. 

—Ya despejé el lugar, pero si siguen así nos van a matar a todos.  

Vio a algunos de sus países vecinos girar por el suelo, escondiéndose detrás de cada pared, o preferentemente —según el criterio que parecían ponerle aquellos—, detrás de cada cosa que fuera mucho más pequeña que ellos mismos. 

—Bolivia, deja la planta dónde estaba. —Bolivia se erizó antes de hacer caso lentamente—. Panamá... —Se sobó los sienes en busca de paciencia—. Sal de debajo del auto, ahora. 

No mencionaré lo que los otros hacían. No. A excepción de que Japón se había colgado de un mural, que Austria iba en un mal intento de avanzar parado de manos, que Canadá utilizaba de escudo a Estados Unidos, argumentando que un insecto lo perseguía, que Australia intentaba quitar de la cabeza de Nueva Zelanda una araña que él mismo puso, o que incluso los que en algún momento le parecieron más competentes estaban demasiado alerta. 

—Déjense de estupideces, tenemos que irnos. Y ya. —Kazajistán, el antiguo rival, intentó tomar las riendas y quiso reírse. 

—¿Quién dijo que nos iríamos ahora? —Perú le preguntó. 

Kazajistán lo miró con furia, al empezar a entender lo que quería decir. 

—Tú. —Cambió su furia para empezar a retarlo—. Y ahora lo digo yo.  

—Que tú lo digas no interesa —Perú aclaró con un convencimiento neto, fue sorprendente que aún así no lo golpearan—, y yo dije que no estaríamos aquí para cuando vuelvan. 

No lo golpearon por el arma en su pertenencia, y la eficacia del corte que Kazajistán sabía que Perú no dudaría en dar. 

—Estamos a horas de cualquier sitio seguro, hay recursos dentro —anunció a todos, sin dejar de mirar directamente a Kazajistán—, e información que sé muchos de ustedes desean. 

Los entrenadores y otros guardias que seguían con vida, aún con la afrenta —el oprobio de haber sido reducidos—, aparecieron rodeándolos. 

Todos retrocedieron, formando un círculo de supuesta defensa que no funcionaría demasiado. Sí, eran más de 190 personas, pero golpear a uno de los entrenadores les traería consecuencias que resultarían difíciles de arreglar.  

Perú no volvió a indicarle nada a Noruega, no deseando involucrarlo más en el problema. 

Retrocedió sin voltear los primeros pasos, antes de dirigirse con discreción a los hombres humanos. 

—No confío ni un poco en ninguno de ustedes. —Cuando llegó al lado de uno de los entrenadores, susurró alguna orden que nadie más que ese hombre escuchó, y que, por lo mismo, quedó inquieto—. Erra, y no encontraré inconveniente en matarte. Comunícaselo también a tus amigos.  

Caminó en dirección contraria, pero a diferencia de lo que creían ellos, no era para dejarlos atrás.  

Ese no era uno de sus preceptos. No era una de sus reglas. Y él no rompe lo suyo. 

 

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
C A M B I O S [TodosxPerú]Where stories live. Discover now