—Lo mismo— sonreí con pesar a Leo; es uno de esos chicos altos y grandes que comen demasiado— dos vasos de jugo natural— el camarero asintió y se retiró.

—No tienes que hacer esto, no estás obligado a hacerlo— le dije poniendo un mechón de cabello detrás de mi oreja.

—No es nada, quiero acompañarte en tu dieta— sonreí.

—¿Cómo te ha ido?— cambié de tema.

—Llevándola, estoy a nada de graduarme y una gran responsabilidad cae sobre mis hombros. Pero bien ¿y tú?— sonreí.

—Cada día que pasa tengo más ganas de morir, pero bien.

—Neah...— se callo cuando el camarero trajo la orden.

—Comamos, muero de hambre— asintió, él empezó a comer primero y la verdad me quedé embobada viéndolo. Me pregunto qué sentiría sentir sus manos recorriendo mi piel— ¿vas a besarme o tengo que hacerlo yo?— la cucharada que llevaba a su boca la dejó a mitad y empezó a toser sirviéndose un vaso de jugo de fresas y tomándolo con rapidez.

—Neah yo no...

—Nunca me has prestado atención Leo, solo aquella vez y luego te olvidaste de mí. Siempre te has burlado y metido conmigo junto a Jack... pero desde el día de la fiesta algo cambió y no se si fue en ti o en mí— trago grueso y revolvió su ensalada mientras yo empezaba a comer.

—Quiero besarte, pero no quiero lastimarte— no pude evitar sonreír. 

—Nadie va a lastimarme— expliqué— A menos que yo lo permita— mí sonríe se amplió recordando que fueron las mismas palabras que me dijo el chico Británico esta mañana— si quieres besarme no te resistas, no soy tan boba para caer. Me gusta el peligro— metí una cucharada de ensalada a mi boca y mastiqué sin dejar de verlo.

—¿Que te traes con Darhan?— preguntó de repente.

—Si los dos nos traemos ganas ¿por qué no dejarnos llevar?— ignoré su pregunta.

—No cambies de tema Neah— suspiro frustrado. Mire la hora en mi teléfono, también tengo dos mensajes.

—Es tarde, Leo, llévame a casa— me levanté, apenas comí la mitad de mi ensalada y la verdad no me gustó mucho. El me miró perplejo pero se levantó, canceló al mesero que iba pasando y nos fuimos. Fue un viaje silencios.

—Gracias por traerme a casa— le susurré acercándome a él aun dentro del coche.

—No fue nada— sonrió y se sorprendió cuando me acerqué tanto al punto de juntar sus labios con los míos. El no reacciono pero mordí su labio inferior y soltó un jadeo que se me antojo sexy. Me aparto y lo miro.

—Que tengas una linda tarde— sonreí bajándome del coche y agradecí que esa tarde no hubiera nadie en casa.

<•>

Estaba sentada en la parte trasera del jardín donde mamá tiene sus flores y figuras de cerámica. Sostuve el cochinillo en mis manos cubiertas por unos guantes y suspiré volviendo a ponerlo en su lugar.

Mamá había salido a casa de los Mendez otra vez y me pidió que me encargará de su jardín. En realidad fue la única palabra que me ha dicho desde que me comí los bombones. Me evita y me ignora todo el tiempo como si fuera la peor peste del mundo.

Seguí cortando las flores que se estaban dañando y dándole un poco de figura a los árboles que estaban en el suelo apenas creciendo. No es la primera vez que lo hago, mamá me ha convertido en una ama de casa con respecto a estos temas. Dice que el día en que me casé tiene que ser con alguien de dinero porque o si no que lo olvide.

Sin Permiso✔Where stories live. Discover now