Capítulo 3

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Apenas abrí la puerta miré a todas las personas bailar. El olor a alcohol y otras sustancias estaba en el aire y se hace más fuerte cada vez que pasas por la pista de baile. 

Esther y yo acabamos de llegar y la verdad no sabemos ni qué hacer. Nunca habíamos venido a una fiesta así. Le agarre la mano y caminamos entre la gente tratando de llegar a la mesa de bebidas.

¡Pura mierda! Esas mierdas no existen en la vida real, hay que meterse a la cocina y sacar las cervezas de la nevera. Suspire frustrada. Hasta los libros me mienten.

Toda la sala estaba oscura, era una casa de tres plantas y muy grande; el centro que antes solía ser la sala ahora era la pista de baile y en algunos rincones había muebles donde estaban personas haciendo cochinadas. Alce la mirada al segundo piso donde había más muebles y personas hablando tranquilamente mientras fumaban. El área más tranquila.

Seguí a Esther a la cocina donde la música se hizo más baja y no había tantas personas. Buenos mal.

—¿Ahora qué hacemos?— agarro dos cervezas de la nevera.

—Ahora— abro la primera lata y se la pasó, niega— agarrala— duda pero al final lo hace— ahora vamos a bailar— choque su cadera con la mía y la jale con una mano mientras con la otra sostenía la cerveza a la pista de baile.

La agarre y la jale a mi lado, reacia a la idea de estar entre la pista de baile con toda esta gente alrededor. Digamos que el 99.9% de las personas no son de su agrado. Empecé a bailar alrededor mientras ella se mantenía quieta negando la cabeza y esbozando una sonrisa. Empezó a moverse poco a poco y di un trago a mi cerveza moviendo con ella.

Pase las manos por mi cadera, agarrando mi cabello. Recorrí todo el lugar con la mirada sintiéndome sexy, sintiendo que soy inalcanzable para todos. Es que lo soy.

Mi mirada se fijo en un chico vestido de negro fumando desde el segundo piso y mirando abajo. Me seguí moviendo sin dejar de verlo, pero su mirada parecía pérdida y yo quería que me mirara. Voto el humo de la boca y su vista cayó en mi. Tragué grueso y no desvíe la mirada mientras seguía bailando

No podía reconocer su cara y la oscuridad que lo rodeaba me daba curiosidad. Quería acercarme y preguntarle su nombre, quería que me viera como lo inalcanzable, porque la sangre se me calentó cuando lo vi darse la vuelta como si nada.

Como si no hubieras estado bailando para él . 

No. Yo no estaba bailando para nadie, estaba bailando porque me gusta hacerlo. 

O al menos eso es lo que quiero creer.

Ahogue un grito cuando unas manos en mi cadera me hicieron girar para encontrarme con unos ojos negros mirándome con el ceño fruncido. Trague grueso ¡Mierda! Además tampoco veía a Esther por ningún lado. 

—Hola Leo— salude con una sonrisa inocente y este me miro confundido. Sus ojos estaban rojos puestos en los míos, suspire cuando apretó sus manos en mis caderas.

—¿Qué haces aquí, Neah?— ladeo la cabeza y negué.

—Bailando— señale la pista de baile y negó con una sonrisa.

—Tú hermano va a matarte, rojo— puse una mueca.

—¿Nunca vas a dejar de llamarme así, cierto?— sonrió y me acerco más a él para abrazarme.

—A mi me gusta como suena, me gusta recordar que te sonroja cada vez que me ves— abro la boca intentando separarme de él pero me aprieta más— quédate quieta— no sé por qué pero eso hice, sus brazos se sentían bien y olía demasiado de rico. Concéntrate Neah.

Sin Permiso✔Where stories live. Discover now