18

483 69 7
                                    

Así que con la nueva teoría sobre la mesa, solo quedaba avanzar.

Llegar a una conclusión con más preguntas, y cada tacto sería una de ellas, la reacción les haría llegar al fondo de esto, y el conjunto de éstas completaría un estudio que nunca saldría a la luz, porque no había nadie más en todo el universo que pudiera desear los resultados tanto como ellos dos lo hacían.

La primera pregunta fue hecha por William, quién empezó cuestionando a qué los llevaría si rodeaba el cuello de Sherlock con sus brazos, pero no lo veía al rostro aún, manteniéndolos en ese territorio conocido dónde sabían que estaban cómodos, y como si se tratara de una partida de ajedrez, esperó a que Sherlock hiciera el siguiente movimiento, y éste vino en forma de una caricia en el rostro del rubio, seguida por él finalmente dando la cara, aprovechando la ahora forzada cercanía por la posición para analizarlo, sus respiraciones chocando en sincronía. Ahí es donde quedaron, absorbiendo la información, sus miradas se posaban en los ojos del otro, en sus labios, en sus cuellos, había tanto que analizar y tan poco tiempo.

Así que William separó sus labios, mientras él azabache seguía rozando su mejilla con el pulgar, y cerró los ojos esperando la decisión final.

Quizá este era el límite, esto era a lo que tanto le temían pero a la vez lo que querían conocer, ¿estaban listos para continuar? Sherlock inclinó su cabeza hacía un lado, y de nuevo observó los labios del hombre debajo suyo, inhalando por inercia y antes de que pudiera decidir, sintió como William utilizó el agarre en su cuello para empujarlo, y ahora era el movimiento de ambos, y se sentía correcto que fuera una decisión mutua de esta forma.

Más que un contacto fue un choque, donde todas las piezas parecían encajar en su lugar, donde finalmente algo se sentía tan bien como el contacto de sus manos, e incluso mejor. Sus cuerpos parecieron relajarse instantáneamente luego de eso, y aunque fue un movimiento fugaz, ahora que la barrera había sido rota, no quedó de otra que seguir avanzando, porque no había propósito alguno en encender una llama si no querías ver algo arder.

Así que dejaron que sus labios se rozaran finalmente, y comprobaron lo que se preguntaban: no había forma de parar. Comenzó como un beso corto y suave, el contacto era similar a el agarre suave que Sherlock tuvo en la muñeca de William hace minutos, era una simple forma de comprobar si había otro paso adelante, y si era seguro avanzar hacía lo que sea que viniera. Y al igual que antes, una vez William puso su mente a trabajar, ésto llevó a movimientos más fluidos, recordando todos los textos que había leído durante su vida, las anécdotas ajenas, la experiencia de ver a otras personas que no tenían los mismos límites que ellos, todo ésto era su soporte para continuar besándolo, además de la idea de que no había forma de equivocarse. Aun si toda la situación era un error grande en el que ambos eran cómplices dispuestos, dentro de éste no había forma de fallar.

Si sus manos cambiaban de posición, si sus movimientos se hacían más desesperados, e incluso si confirmaban la aterradora teoría de que no podían obtener suficiente ahora que habían llegado hasta aquí, incluso si ya la linea entre lo dulce e indebido se hacía más delgada, no había forma en la que pudieran equivocarse. Mientras el tiempo se detuviera gracias a la cálida distracción que experimentaban, no había forma de que esto estuviera mal en ningún sentido, incluso si no estaba bien.

A letter.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora