XXIV: Es un buen momento

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Ashley

Abro mis ojos a un nuevo día, un nuevo día más sin él y sin tener claro de si este será el último que tenga que esperarlo.

Me enderezo sobre la cama, viendo el reloj colgando de la pared al tiempo que me aferro al relicario en mi cuello y que no me quito ni para dormir, sintiendo como mis ojos de pronto arden mientras las lágrimas empujan queriendo desbordarse de entre mis orbes, pero me obligo a no llorar. Saco los pensamientos de mi cabeza al tiempo que salto de la cama, acabándome de despertar pero sintiéndome cansada de todas maneras, pues me había tenido que quedar hasta altas horas de la noche terminando un trabajo que debía entregar hoy, sin contar que los últimos días han sido muy pesados porque estoy a finales de semestre y ha tocado estudiar mucho para aprobar los exámenes finales. Aunado al hecho de que la universidad no es tan suave como la escuela, donde apenas me desvelaba, creo haber dicho antes que estudio con una beca la cual me exige tener un buen promedio para además, poderme mantener en el equipo de futbol.

Afortunadamente saldré de vacaciones en dos semanas al menos y ya no tendré que levantarme temprano para empezar ni esas terribles noches de desvelos estudiando, pero lo que es desafortunado, es que ya no tendré una distracción que me ayude a pensar menos en él, en su lejanía... en esa espera dolorosa sin tan siquiera una llamada y que no tengo ni idea cuándo terminará.

Una vez más lucho en contra de las lágrimas para que no salgan de mis ojos, al tiempo que me desvisto despojándome de mi ropa de dormir caminando por mi habitación grande y lujosa hacia mi baño igual de grande y lujoso, gracias a que soy la hijastra de uno de los hombres más ricos y poderosos de la ciudad, para tomar una ducha rápida porque si no me apuro llegaré tarde y tengo un examen que tomar a primera hora que espero aprobar sin problemas, pues he estudiado mucho.

Estoy lista para irme a la universidad en al menos media hora con unos vaqueros no tan ajustados porque sigue sin gustarme llevarlos muy justos, una camiseta blanca sin ningún tipo de diseño igual de poco ajustada. Me calcé con unas zapatillas planas y me hice mi muy acostumbrada coleta. No me molesté en ponerme ni una pizca de maquillaje porque no soy de esas chicas y luego de agarrar mi mochila, la carpeta con el trabajo final, que me obligó a desvelarme y debo entregar hoy, agarro las llaves de mi coche y salgo fuera de mi habitación.

Al llegar abajo encuentro a mi madre y a mis hermanas, vestidas con el uniforme del colegio, sentadas desayunando. Camino hasta las gemelas y mamá, sabiendo que no podré desayunar porque apenas tengo el tiempo justo para llegar a la universidad.

—Buenos días —saludo, mis dos hermanas, sentadas juntas y tan idénticas que pocas veces se puede saber quién es una y quien es otra, se vuelven para saludarme con sonrisas.

—Buenos días hermanita—saludan, sincronizadas. Acaricio sus cabecillas, dándoles a ambas un beso en la cabeza mientras ellas están pendientes de desayunar. Tienen cada una dos colitas con lazos de mariposas en color blanco que le habrá hecho mi madre.

—Buenos días, cielo —saluda mamá, me acerco a ella inclinándome para recibir un beso de su parte—. ¿Qué tal dormiste?

—Apenas un par de horas porque me tuve que desvelar con un trabajo que para ser sincera dejé casi que para última hora, y por eso me siento agotada. Espero no terminar durmiéndome en medio del examen que debo tomar hoy.

—Oh, bueno, al menos ya pronto saldrás de vacaciones y podrás descansar. Ahora siéntate a desayunar.

Niego.

—No puedo mamá, tengo el tiempo justo para llegar a la universidad, debo irme ya o llegaré tarde y el transito suele ponerse insoportable a esta hora de la mañana en la ciudad.

Entre Cada Latido, Tú. ( SAI, Libro 5)Where stories live. Discover now