El dulce sonido de una risa

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2013

Pasaron unos días desde su conversación con Simon. Louis se encontraba en su lujoso apartamento, tratando de poner un poco de orden y hacer que su piso pareciese una casa decente. Corría de un lado a otro con mantas, cojines y cortinas recién lavadas e intentaba colocarlas como venían en las revistas. Se desesperó minutos después, dejándose caer en el sofá y suspirando profundamente. Agarró el mando del televisor y lo encendió, buscando algo con lo que entretenerse, cuando de repente sonó el timbre de la puerta. De mala gana se acercó a abrir encontrándose con unos ojos miel que lo miraban inexpresivos.

- ¿Louis Tomlinson? - el ojiazul asintió extrañado, aumentando su sorpresa cuando apareció un gran ramo de flores frente a él - Firme aquí, aquí, y aquí.

Recogió el ramo que el repartidor le tendía como pudo y con la otra mano trató de garabatear su firma en la libreta electrónica de la empresa. Cerró la puerta con un movimiento de su pie tras despedirse del hombre y colocó las flores sobre la mesa de la sala de estar, preguntándose a qué se debía tal detalle y si había algo de lo que debía acordarse. La respuesta le llegó con el tintineo de su teléfono móvil, indicando que acababa de recibir un mensaje, en el cual, Simon explicaba detalladamente que debía hacer Louis para arreglar el incidente de los días pasados. Tiró el móvil sobre el sofá, permitiéndose aplastar con sus manos dos de las hermosas flores que descansaban sobre la superficie y decidiendo que no continuaría con la limpieza.

Subió a su habitación y se tumbó en la cama, cerrando los ojos y tratando de no pensar en el futuro, no recordar el pasado, y olvidarse del presente. Su mente no tuvo más opciones y se refugió en los colores pastel del amanecer, la fría pero suave brisa, y el dulce sonido de una
risa.

-

Se miró al espejo, desesperado por tratar de domar sus rebeldes rizos. Iba vestido con unos vaqueros ajustados negros y una camisa burdeos. Los primeros botones desabrochados dejaban ver líneas negras dibujadas en su piel, dos golondrinas mirándose entre ellas. Asintió cuando creyó verse en condiciones y salió del pequeño baño del establecimiento, dirigiéndose a una mesa ocupada tan solo por un joven de pelo castaño. Sus ojos color miel combinaban a la perfección con su camisa de estampados florales y tonos amarillentos, acompañada de unos pantalones caqui y un pendiente de cadena dorada.

Se sentó frente a él, sonriendo cuando la camarera depositó sobre la mesa una bandeja cargada de dos chocolates calientes y tres sobres de azúcar. Levantó una ceja sorprendido al ver como su acompañante vertía todo el dulce en la taza, dejando tan solo la mitad de un paquetito.

- Te gusta el dulce - confirmó con voz alegre.

- Me gustan muchas cosas - guiñó un ojo hacia él y Harry se removió en su sitio dibujando una sonrisa nerviosa.

Aaron y él se encontraban en una pequeña cafetería del centro de la ciudad. Habían quedado en verse antes de que Harry volviese a Londres, y el vuelo lo tenía reservado para el día siguiente. Al principio fue un tanto incómodo, al fin y al cabo las únicas palabras intercambiadas habían sido en la exposición de fotografía, y aunque habían sido intensas, también habían sido escasas. La invitación vino por parte de Harry, o más bien Mitch. El rizado llevaba dias encerrado en el hotel tras el incidente con Kendall, temiendo ser reconocido, fotografiado o señalado por la gente al poner un pie en la calle. Su amigo lo animó a salir, tomar el aire y dar una vuelta por la manzana, pero Harry rechazó la idea en cuanto supo que Mitch no iría con él, había quedado con ese chico, Mario.

- "Estás diciéndome que tú polla es más importante que yo" - le reprochó haciendo un puchero y cruzándose de brazos mientras se dejaba caer en el colchón de su habitación.

Holding Your HandWhere stories live. Discover now