• CAPÍTULO 95 •

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—¿Perdida cariño?

—Quita tu asqueroso cuerpo de mi camino —y los problemas habían comenzado, alguien molestó a Karol cuando nos separamos.

—Esos no son modales campesina.

—¡Dijo que te apartes de su camino! —le grito, ahora su mirada estaba fija en mi—. A un lado o lo que moveré será tu cadáver.

Me fulminó, quiso hacerse el valiente conmigo pero a fin de cuentas se hizo a un lado sin dejar de mirarnos.

—Comida enlatada, esto nos servirá.

—Qué horror, perdóname mi reina, no es comida digna de ti.

—Tú puedes ser mi postre.

¡Es que ella es perfecta!

Tomé un pequeño frasco de café y dos litros de leche ordeñada. El sujeto en el mostrador había presenciado lo que había ocurrido con el otro hombre, pero en lugar de fulminarme a mi, no le paraba de quitar el ojo a mi mujer.

—Serán cinco dólares.

—Aquí tiene.

—No son de por aquí, ¿verdad?

—Ahórrese las preguntas y entrégueme el cambio.

—Esta mujer es demasiado bonita como para estar en la área negra de San Francisco, no tiene cara de ser campesina.

¿Y yo si?

—Entrégueme el cambio, ahora.

—Sus caras me resultan familiares pero, no logro descifrar de dónde.

De nuevo, el otro sujeto llega. Este se pone del otro lado de Karol y la mira.
Oh no, ya se lo que ocurre.
Estos imbéciles la quieren, me la van a robar.

—¡El cambio malita sea!

Todo pasó tan de prisa, el impulso me ganó, cuando el sujeto jaloneó a mi mujer yo saqué mi arma y le disparé en el brazo.
El otro sujeto me apuntó con su arma y Karol lo apuntó a él. Pero no esperaba conque otros dos salieran de algún escondite. Estábamos rodeados.

—Eso le pasará a todo aquel que toque a mi mujer.

—¿Quienes son? ¿De quienes se esconden?

—Somos tu peor pesadilla y si no me entregas el cambio haré volar este lugar en dos segundos.
¿No me crees? Pruébame y atente a las consecuencias.

—¡Maldito hijo de perra, me disparaste!

Intenta acercársele a Karol pero ella lo amenaza con su pistola.

—Un paso atrás grandulón, él te ha dado en el brazo pero a mi me gusta más apuntar en la cabeza.

—Dile a tus hombres de atrás que ni se nos acerquen porque te mataré si eso pasa —le digo al vendedor que, ha sido muy astuto porque ha sacado el cambio y me lo ha dado.

Tomo a Karol de la mano y la guió a la salida no sin antes robarme un paquete de azúcar que se me cruzó en el camino.
Los hombres nos siguieron hasta la salida, los perdimos de vista al paso que avanzábamos.

—Qué horror, tuve las asquerosas manos de un tipo encima de mi. Debiste darle en la cabeza.

—Si lo mataba ellos nos mataban, ahora no es bueno llamar la atención de los policías.

Llegamos a las dos de la madrugada, habíamos recorrido aproximadamente 5 kilómetros en la oscuridad y no podíamos tener el privilegio de ir por la carretera; teníamos que venir por el monte.

Tú, Yo y El Mal Where stories live. Discover now