💚EL DESENLACE DE CANDELA 2💚

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No sé cuánto tiempo queda para el amanecer, no he llevado la cuenta de las horas que han pasado desde que me senté en este sofá tras dejar dormido a Samuel

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No sé cuánto tiempo queda para el amanecer, no he llevado la cuenta de las horas que han pasado desde que me senté en este sofá tras dejar dormido a Samuel. Él no quiso ir a ningún hospital, al ver que se quedaba solo prefirió lamentarse a escondidas, y en casa, por su  ruptura con Noelia. 

     —No seas crío y vamos a llamarlos —le dije cuando se echó en la cama. 

     Me costó, pero acabé por convencerlo de que dejase de contemplar la pared de su habitación de  ensayo, la que hasta ahora no había sido suya de verdad sin esos ojos azules. 

     —Ya estarán camino de Bilbao. 

     No puedo asegurar que los ojos enrojecidos de Samuel fueran por el dolor que estaba padeciendo en ese momento a causa de la herida abierta, más bien apuesto por que de verdad creyó en lo que decía.

     De mi propio dolor no tuve dudas, ¿y si era verdad que nos dejaban aquí? ¿Y si era verdad que Asier ya no insistiría más conmigo, y yo por orgullosa lo dejé ir? 

     Cuando salí del dormitorio y lo vi peleando con Samuel me quedé paralizada. Mi alma gemela, el hombre del que estaba enamorada y por el que moriría si él me lo pidiese, había venido a buscarme a mí, según me dijo Noelia. De manera que al verlo también dispuesto a perdonarme por el Embrujo, que según él yo le hice, la rabia me cegó, ¿por qué coño él tenía que perdonarme nada si no hice otra cosa que amarle?, ¿por qué aguantar que él me “dejase” quererle ahora? 

     Ni mijita, Asier tenía que sufrir un poco más, que para algo me dejó sola el jueves en Cantabria sin otra cosa que un orgullo ahogado en llanto. 

     Pero en vista de que el amanecer llegaba de nuevo y yo seguía sin él, ya no me parecía haber hecho bien en dejarlo ir con Noelia. 

     —Tampoco puedes dormir, ¿verdad? 

     —¿Qué haces levantado? Me vas a obligar a llamar al médico. 

     —Estoy bien, dejé de sangrar.

     Sonrío, contenta de que por lo menos en la parte física continuemos estando sanos ahora que en la afectiva seguimos hechos una mierda. 

     —Vamos, vuelve a dormir. 

     Me levanto del sofá y cuando llego a él le muestro el camino de regreso a la cama mientras le sirvo de apoyo. 

     —Solo si te quedas conmigo, esa cama es enorme ahora que ella no está. 

     —Ya he visto que parece una casa muy diferente a la que dejé hace una semana —le digo yo recordando todo lo enorme que es la cama que compartían Asier y ella en Bilbao. 

     —Noelia no ha necesitado mucho para hacerla un hogar. —Sus palabras evocan un triste recuerdo, de hecho su cara no refleja que esté pensando en otra cosa. 

EMBRUJO DE ALMASOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz