Candela 2💚

625 83 122
                                    


Estoy preparada a la hora que Asier me ha pedido, sentada en la cama. Mi pierna se mueve de manera que no puedo controlarla por los nervios. Me muerdo una uña, la del índice derecho. Sé que es algo asqueroso, pero en cierto modo aplaco los nervios con este pequeño vicio que no daña a nadie. 

     No dejo de pensar en Asier y su reacción al verme a mí, a Candela. Tras el abrazo ha sido seco, un poco brusco y hasta grosero en su despedida, y sinceramente, ahora puedo decir que todo esto de nuestra Unión de Almas me va a costar más de lo que he creído durante toda la noche, mientras soñaba con sus besos.

     Esta vez Asier no llama a la puerta para hacerme bajar, lo hace desde el teléfono de la recepción. Pone más distancia entre nosotros. Estupendo. Sigue enfadado conmigo, o mejor dicho, con Noelia, por el cambio de habitación de anoche, ¿pero quién podía imaginar que ella ya pensaba en Samuel?, de haberlo sabido me hubiese colado yo en su cama. 

     Recojo mi equipaje y bajo a reunirme con Asier. No quiero hacerle esperar.

    Cuando el ascensor se abre es al único que veo. Hay más gente en el vestíbulo, por supuesto, pero es él, con su impresionante imagen, quien me atrae. Se trate de nuestras almas o no, el magnetismo que siento por él es irremediable. 

    Sigue vistiendo el pantalón vaquero que le hace más accesible para una mujer como yo, que un traje caro. 

     Asier me ayuda con las maletas y camina delante de mí hacia la salida, sin hablarme. 

     ¿Un chófer?, ¿vamos al aeropuerto en un coche privado, y con chófer? ¡Si un taxi bastaría para eso!

     A continuación, y cuando todavía no me he repuesto de la sorpresa, Asier me abre la puerta trasera. Encantada con su detalle, me inclino a mirar el interior antes de entrar. ¡Vaya, cuánta elegancia en los asientos de cuero y en los cristales oscuros! 

     Procuro recordar quien soy ahora y que ya no tengo que preocuparme por el dinero, como hacía hasta la noche anterior. Puro glamour televisivo que lo llamarían en el barrio. 

     —No me hagas reír, Noe, ni que fuera la primera vez que ves un coche así.

     Al menos Asier me habla y puedo distinguir cierto sentido del humor en él. Le miro y sonrío, ¡si él supiera que sí lo es! 

     Ahora por suerte, como Noelia Arenas que soy, el dinero me sobra, pero una cosa tengo clara al respecto, porque lo tenga, no voy a malgastarlo. No es mío, tengo que cuidarlo, yo me he criado sin él y puedo prescindir de su derroche.

     Entro y espero a que lo haga Asier, que se sienta a mi lado. 

     Me cuesta despedirme de la ciudad. No dejo de mirar por la ventanilla para conservar en la memoria hasta el último momento de mi vida en ella. Han sido muchos años aquí, en el que considero mi único hogar desde que mi madre me abandonara con siete años en casa de la abuela, ella quiso vivir su vida sin ataduras de una hija que le estorbara. Pero tengo que reconocer que desde que ambas murieron no he vuelto a encontrar esa pasión por Granada a pesar de tener a mi lado a Samuel. 

     —Muerde la vida, niña, y saborea sus momentos, tu hogar está donde estés tú —me diría de estar viva y verme buscando la unión de mi alma. 

     Echaré de menos Granada por ser la conexión con mi abuela y el último lugar donde vi a mi madre, pero no puedo decir que quiera volver. 

     Sí, sin nada ni nadie ya a quien atarme, creo que va siendo hora de decirle adiós a esta ciudad y dar la bienvenida a Bilbao. 

EMBRUJO DE ALMASWhere stories live. Discover now