Noelia 8💙

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El restaurante de lujo visto desde el interior de la cocina pierde todo su glamour. El ruido de cacharros y los gritos de los empleados hacen que quiera dejar todo este paripé, me duele la cabeza. Yo no soy cocinera.

     Hoy el hotel está completo. Los compañeros entran y salen varias veces de la cocina con sus bandejas llenas, es mucho más agotador de lo que creí. Yo no paro de cortar, lavar, freír, cocer y hasta batir o pelar. Aquí no hay corte de escena que me permita sentarte un ratito a descansar.

     No he tenido ningún problema todavía gracias al colgante, que me ha dicho qué hacer en cada momento. Perece que soy buena descifrando códigos de cristales.

     Hasta que creo que me voy a quemar y tiro al suelo la bandeja de harina de rebozar poniéndolo todo perdido. Elisa, como encargada que es esta noche, se acerca a ver que no me haya pasado nada. Con una sonrisa, la dejo más tranquila.

     La culpa no ha sido mía, ha sido de Sarai, a la que he visto cuando las puertas abatibles se abrían, sentada a la barra del bar, tomando una copa.

     Después de haber estado todo el día pensando en ella, nada más llegar al hotel averigüé su turno, ¿A qué ha venido entonces si no trabaja hoy?, ¿habrá sabido que Samuel también venía?

     Es verla y no poder deshacerme de los recuerdos de la esmeralda de Candela. Es la primera vez que tengo celos y joden sobremanera. No me gusta cómo me hacen sentir.

     Llego al fregadero para buscar agua con la que limpiar la harina e intento reponerme de la sorpresa que me he llevado descubrir que ceño a un hombre.

      —¿Necesitas un descanso? —me pregunta Elisa que venía detrás de mí.

     —No. Estoy bien.

     Ella toca mi frente. No se lo cree. Tengo que tener mala cara, no encuentro otra explicación a su gesto y a mi nula profesionalidad como actriz dramática.

     —Tal vez debas irte a casa.

     ¿Ahora? Ni loca. Sarai es capaz de entrar a la sala de fiestas y ponerle las tetas en la cara a Samuel.

     —No puedo. Ya pedí libre la noche de ayer. Acepto ese pequeño descanso.

     Con eso será suficiente para cubrir el tiempo que falta para la actuación de Samuel. Después, mientras él actúa, ya estaré libre en el restaurante para no permitir que Sarai se le acerque.

     —Está bien. Déjame ver quién está dispuesto a sustituirte.

     Elisa empuja las puertas abatibles de la cocina y desaparece. No creo que le cueste encontrarme sustituto para lavar, cocer, freír, y todo eso que se hace aquí, solo será media hora.

     Adoro a esta mujer. No tarda más de unos minutos en tenerme una respuesta. Creo que podré llevarme bien con ella, si Candela la consideraba una amiga, puedo hacerlo yo también, y necesito de gente buena a mi alrededor para continuar con esto o caeré en una depresión.

     Dejo el delantal en manos de Oliver, mi compi sustituto, y me voy corriendo a la sala de fiestas.

    Entro por la puerta trasera y retiro la cortina lateral del escenario. Samuel está tocando la guitarra a solas, el resto del grupo debe de estar a punto de llegar, ya casi es la hora. Su espalda se mueve en cada nota que emiten sus manos y su cabeza sigue el ritmo de estas. Es una imagen preciosa, y eso que no le veo los ojos. No dudo de que los tenga cerrados porque yo no puedo evitar cerrar los míos para deleitarme en sus acordes.

     Ha terminado la canción.

     Abro los ojos y me dirijo hacia él. Camino todavía extasiada por el sonido que permanece en mi cabeza. Me inclino sobre sus hombros cuando lo tengo a pocos centímetros y le echo los brazos por el cuello. Busco su rostro para acariciarlo con mi propia mejilla.

EMBRUJO DE ALMASWhere stories live. Discover now