Capítulo XXVIII

5K 414 597
                                    

Louis lo observó con una dulzura en la mirada que Harry no fue capaz de procesar.

Después de tanto dolor, de tantos obstáculos y tantos problemas, al fin tenían ante ellos la oportunidad de poder ser felices juntos sin nadie que se interpusiera en su camino.

Y los dos sabían eso. Sabían que yéndose lejos, dejando Londres atrás junto a todas las personas que los rodeaban, conseguirían escapar de todo el mal que los perseguía desde el primer momento en que se conocieron, siendo aquel mismo sentimiento el causante de todo aquello que eran ahora.

Pero Harry aún tenía dudas, aún no sabía con certeza si aquella opción, era la mejor para todos. Si se iban, si desaparecían del mapa como si jamás hubieran existido, pondrían en peligro a sus familias. Algo que, después de todo, ninguno de los dos iba a permitir.

Debían marcharse todos.

—Aún no sé qué día, ni sé a dónde. Pero  pronto estaremos muy lejos de aquí, bichito.

—¿Por qué no nos vamos ya? sin maletas, sin planes, cogemos el primer vuelo que salga y acabamos allá dónde nos lleve. —propuso el ojiazul. Harry no pudo evitar reír, y lo miró con ternura.

—Tengo que desinstalarte esa aplicación del móvil en la que lees historias. —aseguró riendo.

—¿Wattpad?

—Esa misma. Veo que ya has leído mucho, demasiado incluso.

—Idiota.

—Te amo. —lo abrazó.

—Te amo más. —besó sus labios.

El ojiazul sonrió en cuanto se separó de él para coger aire. Harry, quien no dejó de sonreír en ningún momento, lo observó pensativo aún abrazado a él.

—¿Qué piensas?

—Aún no te he presentado a mi madre como mi novio. —exclamó ofendido.

—Tu novio. —repitió—. Suena tan bien.

—¿Verdad que sí?

—Sí.

—¿Qué te parece si vamos a hacerle una visita? y de paso cojo algunas prendas de ropa.

—¿Por qué? mi camiseta te queda muy bien, es bonita. —frunció el ceño.

—Lo sé bichito, es preciosa. Pero me queda corta y estrecha. —trató de no reír.

—Mentira, te queda perfecta.

—Louis.

—Dime.

—La he roto.

El castaño se asombró viendo un pequeño agujero bajo la zona de su axila, y estalló a carcajadas cuando el ojiverde se ruborizó.

—Bueno, puede que sí sea verdad que te queda un poco estrecha.

—¿Entonces vamos a casa de mi madre?

—Vamos, no sea que te quedes desnudo por el camino.

—¿Qué problema tendría? serían unas vistas maravillosas para tus vecinos.

—Unas vistas que son mías y solo mías, de nadie más. Solo para mí. —recalcó.

—¿Desde cuándo tan posesivo, Tomlinson? no te creía así. —alzó las cejas a modo de sorpresa, disfrutando de aquella situación. Louis se encogió de hombros.

—Desde que te conozco.

—Dios mío, he creado un monstruo.

—Imbécil. —soltó una carcajada. Golpeó su hombro jugando con él, y el rizado se lo devolvió haciéndolo sonreír.

Un juego de dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora