𝟎𝟎𝟒

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𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟎𝟎𝟒


Tres días habían pasado como si de un pestañeo se tratase y aquellas recién nacidas ya parecían de cuatro meses. A pesar de ser solo unos bebés ya demostraban la inteligencia de probablemente un niño de 5 años.

Los resultados de las muestras de sangre mostraron que eran, hibridas, mitad humanas mitad vampiras y no solo eso poseían dones muy peculiares.

Renesmee la mayor, había heredado los característicos y tiernos ojos achocolatados de su madre junto a su castaño cabello. Su don era el traspasar escudos mentales y transmitir sus pensamientos a través del tacto. Algo bastante curioso pues, su madre es un escudo mental y su padre un lector de mentes.

Después de ella seguía Carlie, la del medio, parecía ser la más seria de las 3 con unos ojos azul tan claros como las mismas acuarelas muy parecidos a los de su abuela Reneé. Carlie poseía un escudo algo diferente al de su madre, su padre se había frustrado al ver que por más que intentará no podía oír nada de ella y su otra hermana, quizás por eso solo pudo oír a Renesmee.

Luego estaba Teresa, la menor de las tres, Tessa tenía la manipulación mental a tal grado de que podía traspasar escudos al igual que su hermana mayor. Razón por la cual cuando se dio cuenta que su padre podía oír sus pensamientos bastó con inconscientemente desear que no pudiera hacerlo para que esté ya no la escuchara más.

Esos días había visto y convivido con el resto de la familia, la abuela Esme era una mujer que desprendía calidez y tranquilidad al igual que su abuelo Carlisle. Sus tíos Emmett y Rosalie siempre le hablaban y jugueteaban con ella, más Emmett quien era al parecer el más divertido de todos. Luego estaba Jasper y Alice, sus otros tíos. El primero no se había separado de ella y Tessa Tampoco quería que lo hiciera, para ella ese hombre olía demasiado bien, era un aroma fresco, relajante y embriagante. Cuando supo que él podía sentir lo que ella hizo lo mismo que con su padre, y así este no logró sentir nada más venir de ella.

La familia no sabía de su don, pues creían que era gracias a Carlie quien era muy protectora con sus hermanas, probablemente era la causa de no poder detectar algo de ellas, bastaba con que estuvieran en la misma habitación para que Jasper, Edward dejaran percibir sus pensamientos y emociones;

Los Cullen estaban más que felices, la casa parecía estar llena de vida gracias a esas pequeñas lucecitas iluminando sus vidas. Todos estaban felices, todos excepto una persona, Alice.

Alice se había encargado de persuadir a Jasper de seguir juntos, con la excusa de que la disque compañera de su esposo aún era un bebé y ni ella ni el rubio estaban listos para algo tan drástico después de pasar décadas en compañía del otro. Por lo que, un tiempo era algo adecuado para ellos, para ver si seguían juntos o daban por terminado aquella relación de tantos años.

La inmortal de apariencia de duendecillo había tomado en brazos a las dos mayores con ilusión, comprándoles ropa y zapatos, tratando de mudarlas a cada momento. Pero a la menor no, con Teresa era diferente. Lo intentaba, pero ella era todo lo que temía.

Era un bebé precioso. Al igual que sus hermanas, simplemente encantadoras. Desprendían un encanto que te derretía, quizás por la mezcla de la belleza de la inmortalidad y la mortalidad, sus mejillas sonrojadas y su pequeño corazón latiendo mientras reían resultaba hipnotizante para ellos.

La menor había sacado los ojos verdosos en un tono tan similar a las esmeraldas de su padre cuando aún era humano, algo que contrastaba con su rojizo cabello. Ella simplemente era una dulzura, y Alice no podía permitirse caer ante la razón de que su esposo quisiera dejarla, la razón de quedarse sola. Lamentablemente le era muy difícil ser distante con ella, sabía muy en el fondo que su sobrina no tenía la culpa de nada.

Pero le era inevitable al verla, y más cuando está parecía querer a su Jazz de la misma forma en que él lo hacía. Ambos se veían con adoración, sin ningún deje de maldad, es más, una de las miradas más dulzonas que haya visto. Solo había inocencia pura en sus ojos y dolía, dolía verlo. No podía solo asimilarlo de la noche a la mañana, necesitaba tiempo.

La belleza de cabellos rojizos miraba encantada al ex militar, se sentía segura en los brazos de ese hombre, era un sentimiento cálido que no entendía. No entendía que era, ni porqué parecía ser un cariño abrasador y diferente al que sentía por el resto del clan, pero le gustaba.

Por otro lado, su compañero estaba igual o peor que ella, sus emociones eran tan tiernas para su propio pensar y su corazón sentía tanto calor que se sentía derretirse de ternura al ver cómo le sonreía aquella criatura derrochando inocencia. Ella no tenía la culpa de nada, y no quería que saliera dañada por las agrias emociones que desprendía su pareja.

Se hallaba en una encrucijada, entre la espada y la pared y no sabía qué hacer. Quizás, podría ser parte de su vida, pero con Alice ahí probablemente no podría ser algo más que familia. Sabía que su esposa no tenía intenciones de dejarlo, y por más que quisiera hacerlo no podía, le debía demasiado como para abandonarla a su suerte.

El sol estaba en lo más alto del día, los inmortales de aquella mansión oían con atención como el corazón de Bella latía cada vez más lento, no se oía nada más que el sonido de las respiraciones y palpitaciones de las pequeñas y los lobos

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El sol estaba en lo más alto del día, los inmortales de aquella mansión oían con atención como el corazón de Bella latía cada vez más lento, no se oía nada más que el sonido de las respiraciones y palpitaciones de las pequeñas y los lobos. Un latido, otro latido...y un último suspiro para luego no escuchar nada, solo podían oír la fauna del alrededor.

Pronto sintieron a la neófita levantarse en la segunda planta, Bella había despertado.

Pronto sintieron a la neófita levantarse en la segunda planta, Bella había despertado

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 | 𝐓𝐄𝐑𝐄𝐒𝐀 𝐂𝐔𝐋𝐋𝐄𝐍 | Jasper Hale.Där berättelser lever. Upptäck nu